PUBLICADO ORIGINALMENTE POR JORGE EL 8/10/2014
Hace cosa de algo más de 30 años (cerca de 35, vaya), con la espuma pijopop de la Movida despegando en la capital madrileña, a un tipo se le ocurrió que sería muy divertido travestirse, convencer a un amigo para que hiciera lo propio, y subirse ambos al escenario del Rockola para cantar canciones horrendas, sin tener ni puta idea de composición, ni de interpretación, ni de nada que no fuera hacer el moñas, en general. El tipo en cuestión se llamaba Pedro Almodóvar, y el amigo Fabio McNamara.
No ocultaré, desde el minuto cero, mi aversión por este dúo. Quiero decir, el cine de Almodóvar nunca me ha gustado, pero comparado con esto, el hombre es poco menos que Akira Kurosawa. Y McNamara tiene el dudoso honor de haber sido el borracho más soplagaitas de la Movida, que puso el último clavo en un ataúd ya casi terminado de fabricar. Así que, qué queréis, lo disfruto mucho insultándoles.
La ventaja del nuevo formato del blog es que no nos vemos obligados a despiezar canción por canción un disco, lo cual es maravilloso, porque así puedo escuchar esto por encima y sin sufrir mucho de ETS en los oídos. ¡Cómo está el servicio… de señoras! es una suerte de recopilación de los ¿grandes éxitos? (les gustaba mucho el término… incluso Alaska y los Pegamoides titularon así, olé su coño moreno, a su único disco de estudio) que el grupo tenía en su haber. O sea, básicamente, de intentar sacar pasta lanzando un disco de estudio con las chorradas que hacían en directo.
Como sea, aquí está el disco, y aquí lo sufrimos desde el minuto cero. “Gran ganga”, por ejemplo, es una suerte de canción etérea y tecno, con una letra absurda e inexplicable (que me recuerda al clásico ese “vamos a contar mentiras tralará” a ratos), y coros femeninos. Y una voz cantante, que no sé si es de Fabio, de Pedro o de Joaquín Reyes haciendo del Payaso aquel que rapeaba.
La canción es muy sintomática del problema del disco, y es el siguiente: esto no tiene ni puta gracia. Podía ser transgresor en su momento lo de travestirse, porque nadie lo había hecho, pero su irreverencia no tenía gracia entonces y no la tiene ahora. Esto es el ridículo llevado a su máximo esplendor, y una oda a la ineptitud musical, al todo vale. Decía Borja Casani en esta época movida que “de la cantidad surge la calidad”. El problema es que para encontrar calidad hay que tragar mucha mierda antes.
“Suck it to me” es tan horrible como la anterior, más machacona merced a palmadas de plató de TV y encima dura minuto y medio más. Minuto y medio que me paso por el forro, vaya. “Satanasa”, por su parte, es uno de los himnos del grupo, que no se me ocurre como definir. Solo sé que aquí ha habido de por medio epilepsia, anfetaminas y mucha pluma pluma gay. Joder, es que no puedo ni meterme con lo innecesariamente homoerótico que suena esto, porque se supone que eso es lo que pretendían. Y no. Los solos de guitarra no hacen más que denigrar cualquier manifestación artística desde el Gilgamesh, o antes.
He de reconocer que “Moquito a moco”, si no fuera tan asquerosa, funcionaría como una divertida parodia de las cumbias de amor pre-Movida. Reitero: si no fuera tan asquerosa. Y si no metieran en cada verso 27.000 sílabas más de las que caben en ellos. Y si no se volviera un ritmo caribe latino-mix de pronto. QUÉ ES ESTO.
Llegamos a la quinta canción a duras penas (ojo, que el disco tiene 11 canciones y un remix) y ya se me han acabado las ocurrencias ingeniosas, si es que he tenido alguna a lo largo del artículo. Esto de meterse con la mierda se le da mejor a Quixote que a mí. Yo soy más de encumbrar la mierda, como hice con Melendi. Yo que sé. Divago porque “Susan Get Down” afrenta bastante a cualquier pista de baile, y al inglés, y a todo lo imaginable, y no quiero hablar del tema. Ojo, la música tiene un pase. Pero la letra, o la forma de cantarla, o todo lo demás, no lo tienen. Tal vez en Francia, vaya, pero no aquí.
“Rock de la farmacia” es otro de sus himnos, una de esas canciones producto de mezclar galletas mojadas en cerveza, muchos tripis, una noche de juerga loca entre maromos embalsamados, luces estroboscópicas y la filmografía completa de David Lynch. O algo parecido.
Me gustaría criticar “Máquinas de Nueva York”, pero no creo que ninguna especie que aún no haya descubierto los viajes interestelares deba escuchar este tema. Y dado que aún faltan un par de meses para que Nolan estrene peli, pues a joderse.
No sé cuál es el mensaje de “Me voy a Usera”, aparte de encadenar frases con paralelismos chungos sobre que se va a sitios. No quería decirlo hasta este momento, pero el disco me recuerda a las cosas que hacían los chicos de Gangrena, con una diferencia: Gangrena tenían gracia, y temazos.
“Voy a ser mamá” es un alegato alegre y hipi hop sobre por qué estos dos señores no deberían tener hijos jamás. Y no hablo de las baterías enlatadas, ni de esas guitarras tan fuera de lugar que si estuviéramos en Atenas serían llamadas metecos y no tendrían derecho a voto. No. Hablo de esto:
“Sí, voy a ser mamá
Voy a tener un bebé
Para jugar con él,
Para explotarlo bien
Voy a ser mamá
Voy a tener un bebé
Lo vestiré de mujer
Lo incrustaré en la pared
Le llamaré lucifer, le enseñaré a criticar
Le enseñaré a vivir de la prostitución
Le enseñaré a matar
Ah sí, voy a ser mamá
Sí voy a ser mamá
No quiero abortar
Rechazo la espiral
Tiene derecho a vivir
Le llamaré Lucifer, le enseñaré a criticar
Le enseñaré a vivir de la prostitución
Le enseñaré a matar
Sí, voy a ser mamá”
La letra habla por sí sola, creo.
En “Monja, jamón”, otro de sus himnos inquebrantables, nos encontramos con el viejo amigo de las drogas speédicas, aquí haciendo una visita a alguien que es como una mezcla entre el primo de Jerry Lee Lewis y Taz, o el Correcaminos. Todo muy acelerado y sin que se entienda un carajo de lo que cantan, salvo el estribillo.
“Safari” parece que tiene que recordar a África, o algo. Llevamos ya 11 canciones y no entiendo por qué esa manía de poner la voz como 345 pistas por detrás de los instrumentos pseudotribales estos. Quizás el que no tengan ni puta idea de cantar influye. Quizás es que tampoco tengan ni puta idea de producir.
El remix de “Susan get down” creo que acaba de inmunizarme contra el ébola. Y contra toda enfermedad imaginable, de paso.
Y eso ha sido todo. ¿Transgresor? En su momento, tal vez. Pero ni tenían gracia antes, ni la tienen ahora. La calidad musical, como en tantos casos en la Movida, brilla por su ausencia, pero aquí más que nunca, porque era “deliberada” (como si tuvieran la posibilidad de hacer algo bueno, si quisieran). Rebaja bastante el nivel de decencia del ser humano.
Allez-y, mes ami!
Buenas noches, y buena suerte.
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¿Tengo que escuchar esto?: Depende. Si el destino de la humanidad dependiera de que escuches este disco, no te lo aconsejaría. Sería un enorme sacrificio.
Si solo tuviera que escuchar una canción: “Voy a ser mamá”, por la risión de la letra.
¿Dónde debería escuchar esto?: preferiblemente, en la pista de baile del Rockola en 1981, puesto de drogas de diseño hasta el culo
Me ha gustado, ¿dónde hay más?: a Dios gracias, hay poco como esto. Si lo que te ha gustado es la parte “transgresora” deberías escuchar a otros grupos de la onda gamberra de la Movida, y derivados: Ejecutivos Agresivos, Derribos Arias (Poch en general, vaya), Siniestro Total o Polansky y el Ardor tienen ese punto canalla y gracia; Las Vulpess tienen el punto canalla, pero sin calidad musical, y muy poca gracia; Toreros Muertos y los Mojinos Escozíos están entre ambas tendencias. Y si lo que te gusta es la parte de mariconeo, pues Tino Casal, que es cojonudo, y déjate de gilipolleces.
VALORACIÓN FINAL: Levantar la tapa.
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