En mi campaña nigromántica de resucitar todos los blogs en los que he puesto alguna piedra vuelvo a Levantar la Tapa para hablar de un tema para nada manido entre los historiadores del pop cuestionable: Operación Triunfo 1. Aquella experiencia generacional que nos marcó tanto y que, más de veinte años después, sigue dando juego. Sin embargo, mi interés hoy no es regurgitar de nuevo todo lo ya conocido, nada de eso.
Viendo el otro día Telecinco, un error que siempre quiero cometer más a menudo, me encontré con algo de lo que sólo había oído hablar de pasada: Mediafest Night Fever. Esta feria de los horrores es el último (para mí, al menos) componente del SEU (Sálvame Extended Universe), una suerte de Tu Cara Me Suena tróspido en el que los pseudofamosos de la cadena se pasean para cantar con artistas profesionales venidos muy a menos. Allí, presenciando cómo la mujer de Ortega Cano se disfrazaba de Jasmine de Aladdin para, de la mano de Naím Thomas, abrirse paso a machetazos por "Un mundo ideal", o cómo el ínclito Víctor Sandoval se convertía en un clon siniestro de la reina de las fiestas en residencias de ancianos Helena Bianco para perpretar un medley de los supuestos éxitos de ésta última, quedé prendado al instante. Allí estaban Naím Thomas y, de jurado, la gran Rosa López, gente que hace dos décadas besó los cielos, y ahora han quedado reducidas a viejas glorias, si es que alguna vez fueron glorias para empezar.
Cuando, a los pocos días, di con una versión del mítico "Europe's Living a Celebration" interpretada por cuatro triunfitos que además ganaron el programa (Rosa, Ainhoa, Vicente Seguí y Mario Álvarez... sea quien sea esa persona). El despropósito era mayúsculo: desafines por doquier, armonías a deshoras, y una posterior recogida de cable por las involucradas: que si estaba constipada, que si no pudimos ensayar, que si el audio no era bueno. Irrelevante.
Lo que me interesa aquí es que estos son LOS QUE TIENEN SUERTE. Si todavía hay un productor, aunque sea uno con el infierno asegurado, que se acuerda lo suficiente de ti como para llamarte para ser humillado en público porque saliste en televisión una vez hace lustros, es que estás en el top 10% de los concursantes que han estado en el programa. No vamos a ver a Mayte Macanás, o a Reke (por decir dos nombres que he tenido que buscar en la Wikipedia) en la tele nacional, ni en la local, salvo que entren a un banco con un chaleco explosivo (o, por poner un ejemplo positivo, salvo que descubran la vacuna para el Alzheimer, aunque estoy poniendo mucha confianza en la divulgación científica en los medios masivos de comunicación... Un debate que no te esperabas en un artículo sobre el paradero actual de Javián, ¿eh?).
Todos nos acordamos de esos jóvenes lozanos con ilusiones, pero ya no existen. Ahora tienen revisiones de próstata y conatos de menopausia, y aún así, la música es su voz, o algo. En su mayoría, siguen peleando por su sueño, quizá no con el tesón de la inocencia, pero sí como veteranos del Vietnam que es el pop español reciclable. Es el objetivo aquí ver quién va ganando, si la frustración o el empeño. En otras palabras, vamos a ver qué hacen estos cuarentones ahora. Aquí está el último single de cada participante en OT 2001, por orden de expulsión (del participante, no del single).
¿Ha salido en el Mediafest?: Sí.
Geno es una figura trágica como pocas: es la primera en abandonar el acontecimiento televisivo más importante en España desde el gol de Señor, privada de experimentar la magia de la academia más allá de unos pocos días. Eso evita que adquiera el star-quality que se espera de una estrella en solitario, así que con los tres siguientes en salir la reciclan en un grupo vocal, Fórmula Abierta, bajo el férreo control de productores megalómanos. Para poder labrarse una personalidad, ve la oportunidad de reentrar en OT, en 2011, donde sufre como nadie y no dura, de nuevo, más que unas semanas. Tras un largo barbecho, lanza un single en solitario, el que nos ocupa, y su gélida recepción la obliga a unirse de nuevo a Fórmula Abierta si es que espera prolongar su carrera aunque sea un poco. Y va Álex y se mata, el pobre.
Como sociedad, le debemos a Geno al menos una escucha al single, que tiene ya 6 años. Nuestra guancha, al menos a juzgar por el videoclip, se ha visto abocada a vivir en una camper van enfrente de una charca, viendo como su yogurín amado, el Plutón para su Caronte o viceversa, le tira piedras al agua y la mira como el que mira a un lémur en el Faunia mientras se bebe un Lambrusco. Esto es, nos vemos obligados a sentir, la vida perfecta. El tema encajaría en un álbum tributo a las canciones descartadas por Gloria Estefan, uno de esos temas latinos que los canarios se sienten con derecho a hacer por haber nacido un poco más cerca del meridiano ese del tratado de Tordesillas. Me consta que el acordeón ha interpuesto una denuncia, que nunca consintió a aparecer en este descalabro. La canción se cierra con un bonus en el que los amigos y familiares de Geno que hacen de extras se desgañitan con unos "wo-oh-oh-ohs", algunos con más éxito que otros. Pero por lo demás bien.
¿Ha salido en el Mediafest?:
Sí. Bonus por doble Geno.
La de Mireia es una fútil carrera contra la irrelevancia; a Geno todavía la arrastraron hasta Eurovisión, Dios sabe por qué, pero la catalana no tuvo ni eso. Garantizo prácticamente que es la más desconocida de todo el que pisó la academia en 2001, y no parece haber hecho nada para cambiarlo. Su falta de seña de identidad, de estilo propio, es bastante patente, y queda demostrada con el hecho de que la jovencita de rubio platino que parecía recién sacada de 4º de la ESO y la señora de armas tomar que se nos presenta en la portada de este single, ahí posando cual emperatriz de las minas de Mazarrón, no parecen ya no sólo la misma persona, si no de la misma especie. Ahora el pelo antinaturalmente claro lo reserva para su papel en La reina de las nieves, un musical en el que interpreta a la princesa Edelweis en una historia que nada tiene que ver con exprimir lo poco de jugo que le queda a una película de hace 10 años.
El single, una carta de amor a México, Argentina y Cuba, confiesa ella, es una versión del icono mexicano Amanda Miguel. Con carta de amor entiendo que se refiere al batiburrillo de son cubano, acordeón de tango (ya van dos abusos al instrumento) y actitud de diva poderosa a lo Paquita la del Barrio, que resulta ciertamente más interesante de lo que cabría esperar, considerando que no esperaba absolutamente nada. Añade a dos bailarines del Mira quién baila, a la gloriosa Mireia, y tomas en dron de la sequedad murciana en su máximo esplendor, y tienes algo que es, para donde está el listón, decente. No han sido años fáciles para Mireia, y el hecho de que esto exista ya por sí sólo es motivo de celebración.
¿Ha salido en el Mediafest?: Otra vez:
Sí.
Javián, como Teruel, existe. Lo de este muchacho de Sevilla es como para analizarlo: aparece, declarándose rockero confeso, perfil que se ha convertido en inevitable en todo concurso de canto (aunque sea un heaviata tiene que haber), y como regalo por haber abrazado la música de Satán, le ponen dos de Chayanne y una de Ricky Martín. Como aceptando que debe abandonar toda pretensión de hacer música demoníaca, que él es un galán latino, en la gala de su expulsión sale al ruedo con un tema de Diego Torres, y es exiliado por delante de Juan Camus, nada menos. Le recompensan siendo el cuarto miembro de Fórmula Abierta, que son la versión musical del Danonino. Condenado a que le asocien con los miniclubs de Torremolinos durante décadas, es ahora cuando se pregunta si le renta seguir siendo ángel, o si debe volver a ser diábolo.
Convertido ahora en JaviAn, abreviatura de "Javi and his crisis de los cuarenta", y con pintas de ser el doble de acción de Morbius, nos ofrece un single en el que desnuda por completo su alma, y también un poco el culete, porque sabe a lo que hemos venido. La visión de Javián en pelota picada gritándole a la nada mientras suena una base que parecen los Sonata Arctica del Auchán es algo que no se quita ni metiendo los ojos en vinagre. Es la leche en bote, y conozco a más de uno y de dos que disfrutarían de esto sin ironía. Automáticamente entra en el top 10 de artistas metal de España, aunque sea porque sólo hay cuatro y uno de ellos son los Impactrones.
Luego entra un calvo, le coge de los carrillos como una abuela y se pone a berrearle encima. Entendemos que es el artista invitado, Nano Domínguez, que canta como Devin Townsend pisando un Lego pero que sin embargo, no ha pensado en ponerse un nombre mejor que Nano. Javián sufre varios ataques epilépticos y se reboza como un sanjacobo para luego cortarse las greñas mientras suena el mejor solo de guitarra de tu existencia. ¿Es Javián pelado el ángel, o el diábolo? Ni una cosa ni la otra, es el dom y acabas de entrar en su mazmorra. Buena suerte.
13. Natalia, "Fama"
Durante un tiempo, parecía que Natalia iba a tener la carrera resuelta: su vitalidad inagotable la hacía un fichaje seguro para programas variopintos como el Megatrix, o el Grand Prix, o cualquiera en el que salga Manu Guix. Pero ni siquiera ella iba a parecer siempre la capitana del equipo de animadoras; cuando cumplió 40 el pasado diciembre, la última de sus compañeros en hacerlo, fue un poco como si los cumpliéramos todos. Ahora que hay que ir asumiendo el paso de los años y la frecuencia creciente de los achaques, Natalia se encuentra ante una encrucijada, no muy diferente a la de Javián. Descubramos si "Fama" nos ayuda a entender qué camino ha tomado.
Las primeras palabras de la cantante son "ay, ay, ay", como que se le ha churuscado la ciática, seguidas de "Natalia", que es como se llama ella, que no se nos olvide. Un clásico, perfeccionado por, cómo no, Fórmula Abierta, en "
Sin conexión". La canción, demasiado mala para Aitana pero demasiado no tan mala para Ana Guerra, narra la historia de un pretendiente algo postureta, que se acerca a nuestra Naty Confuso por la fama, como si esta mujer derrochara tanto starpower que la mera asociación a ella te transporta a la portada del
Hola. El tema no pasa ni el test de Turing, y la carencia de idea original alguna no se merece, que Natalia todavía tiene mucho que aportar, pero parece que se han fundido el presupuesto en el vídeo y en el pelo churretoso ese que tiene cuando aporrea la tapia. Veremos la próxima que tal, porque esta no hay por donde cogerla.
12. Alejandro Parreño, "A dos pasos"
¿Ha salido en el Mediafest?: No parece, y supongo que no le pega. Pero queda tiempo.
Alejandro Parreño tiene cara de tener algo interesante que decir, pero ha tenido veinte años para hacerlo y ni mú, que yo sepa lo único que ha salido por su boca es no sé que de que "ellas te hacen ver las estrellas cuando ellas mueven sus caderas", que no parece ser una cita de Rilke precisamente. El chico es un misterio insondable, y no solo porque no se quita el gorro ese que debe oler como un guateque de cabras. Iba con aires de cantautor, de poeta de Kleenex, y al final Juan Camus le ha comido la tostada de artista outsider torturado. Y cuando te usurpa Juan Camus, ¿qué te queda? Espero que tenga la hipoteca pagada por lo menos.
En fin, "A dos pasos" cuenta con dos actores haciendo de parejita feliz y con Parreño & the Parreñáuticos tocando debajo de un invernadero en El Ejido. Ha envejecido bien el maldito, está hasta resultón, pero la música que hace solo es apta para aquellos a los que Coldplay les provoque taquicardias. Es beige con avaricia. Los tortolitos protagonistas discuten porque en lugar de ir a Punta Cana como quería ella han tenido que conformarse con un pantano pestilente, y ya sé que la vida está muy mal, pero me hacía tanta ilusión, etcétera, y Alejandro sigue ahí lloriqueando al micro. Total que ni pa ti ni pa mí, nos bañamos en la Playa del Papiloma y todos tan contentos. Se abrazan, Parreño se calla, y el tema pop rock más anodino que haya permitido entrar a mis tímpanos toca a su fin, con todo el mundo aliviado menos el contable del cantante.
Si meterse con Juan Camus fuera un deporte, yo sería Messi, Jordan y Simone Biles, todo en uno. Casi
7000 palabras de despelleje tienen la culpa, y me resulta innecesario echar más leña al fuego. Lo que importa es que él es feliz, que hace lo que le gusta, y que nos deleita con música que no se parece a nada que nadie haya hecho. No hay un cántabro más sensacional que Camus en la historia del arte desde los de Altamira. El caso es que somos conscientes de que su carrera continúa, en la misma línea torcida que siempre, y por muy bizarro que pueda ser su último single, nos tiene acostumbrados a hacer picadillo todas nuestras expectativas, así que recibámoslo con la boca abierta, cual cría de estornino.
A falta de videoclip, el genio de Laredo asalta nuestras retinas con una portada tan preciosista como siempre, una especie de roedor violeta con malas pulgas, y un auricular de teléfono fijo por ahí ahorcado que simboliza un llamacuelga. Juanillo niega tres veces, como San Pedro: "no, no, no", que es lo que le voy a estar diciendo yo al algoritmo de Youtube hasta que deje de recomendarme horrores como este, que estoy haciéndolo trizas. Este es un reggaeton lo-fi, que Juan no se ha comprado micro en el Black Friday, sobre un ligue que se marchó con otro, temática universal por otra parte. Me siento identificado con la incapacidad de Juan y el equipo para lograr una mezcla limpia en la grabación, pero yo me he apuntado a un curso de Udemy mientras que Camus, por lo que parece, insiste en que todas sus canciones suenen como si tus altavoces estuvieran intentando autodestruirse... Espera, que va a ser eso.
Álex, el canalla incorregible que nos cautivó como padre adoptivo de los Lunnis, nos dejó hace ya casi dos años, y desde entonces no ha dejado de inspirar emotivos homenajes como "
Este lunes", de Merche, o toda la parte del disco de Juan Camus en la que se está cagando en alguien, así como alguna en la que no se está cagando. Lo recordaremos con cariño siempre, siempre que no veamos mucha hemeroteca de su paso por OT, porque digamos que la mentalidad de 2001 puede resultar un tanto cavernícola estos días, por suerte. El caso es que ese chavalín algo cerrado de miras tenía carisma a raudales, tanto que lo de cantar acabó pasando a un segundo plano en favor de su faceta de showman.
Su último single, "Barcelona no té por", o "Barcelona no se achanta" en español de Vallecas, parece esgrimir un eslogan indepe que probablemente no exhiba, a juzgar por el hecho de que no recuerdo que ningún españolazo le tirara piedras ni nada. ¿A qué, pues, debe temer y no teme la Ciudad Condal, aparte del precio del metro cuadrado y las ratas de Plaça Catalunya? Vivo en mi cándida ignorancia hasta que recuerdo los atropellos de La Rambla, y mi escasa libertad de movimiento humorístico desaparece por completo. Una canción de un hombre trágicamente desaparecido sobre un atentado horrible, y yo aquí en medio. Hago mutis.
Por suerte, el rey del funky time llega a sacarnos del desasosiego. Naím Thomas, que siempre ha tenido cara de niño actor insoportable, quizá porque eso es
lo que era. El hecho de que cantara como un cordero comiéndose un cactus pareció no importar a su marabunta de fans. Era monín, como un chaval de comunión permanente, y su copioso uso de gomina mantuvo Giorgi a flote durante las vacas flacas de los gorritos de lana (véase Alejandro Parreño). Su destino ha acabado siendo el musical, como el de tantos otros, siendo esa una burbuja que puede explotar en cualquier momento, inundando las oficinas del INEM de aspirantes a Mandy Patinkin y Bernadette Peters que esperarán que se publique alguna oposición a canario de mina. Hasta entonces, supongo que Naím tiene el futuro asegurado.
"The Night of Our Lives" roza el romanoaspasismo más infame, pero al menos el vídeo refleja una cruda realidad poco representada en nuestra ficción: la de la anhedonia de los Gen-Xers que, traicionados por la sociedad capitalista, yacen aplatanados por las playas de la Costa Daurada, sin estímulos. Menos mal que Naím, en su papel de Mitch Buchannon del estraperlo, está ágil (con voltereta de mili en Melilla incluida) y levanta la fiesta con un CD, que en esta realidad no es aún una reliquia del pasado. Allá donde Naím percibe falta de boogie, se lanza de cabeza para amenizarnos la velada. Qué necesario es ese ubicuo saxofón, tan juguetón e irritante, casi tanto como lo de llevar gafas de sol por la noche. Pero Naím no se guía por los estándares del resto de humanos, sólo lo controla una luz en el cielo como la de Batman pero que pone "Shy" y el 57% de un diamante, que al parecer es (o era, esto es de 2017) el logotipo de su nuevo proyecto de música electrodancepowerhardcore. Vaya terremoto de hombre. El día que le termine de cambiar la voz va a ser de luto nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario