La primera vez que oí hablar de Mijares fue cuando vi la portada de este disco y decidí, basándome solo en ella y el título de la canción "Baño de mujeres", que merecía ser parte de este blog. La segunda es ahora. Sorprendente, porque este cantante mexicano no es como esos personajillos de tienda de segunda mano que me encuentro en contenedores de los de "llévate 10 y te damos un euro por las molestias", si no una estrella con más de 4 millones de oyentes en Spotify. Y este 21 Black Jack no es, por completo, responsabilidad suya: esta es una serie de recopilatorios que a visto entre sus víctimas a gente dispar como Bertín Osborne o Paulina Rubio. O sea que haberlo incorporado a la lista de candidatos al escarnio público (bastante limitado por otra parte) quizá sea un completo error, de esos que ocurren por desconocimiento.
Su fama me asombra, tal vez porque pocos nombres hay menos comerciales que "Mijares": suena a pueblo de Ávila, y además lo es. Pero tan orgulloso está de su apellido que lo pasea de Ciudad Juárez a Cancún, poniendo canciones a telenovelas y asociándose con estrellas de la canción como Yuri. Con esa versatilidad infinita para los looks, que lo mismo parece el tercer Peco perdido, que el líder de un grupo tributo a los Gabinete Caligari en el siglo XXIII, que el doble de acción de Plácido Domingo, mi pálpito de que es una persona que merece su aparición en Levantar la Tapa empieza a tomar forma. Sin más dilación, es hora de enfrentarse a casi dos docenas de cortes de este señor, que no son pocos. Va picadito, que los monográficos se los reservo a Juan Camus (Nota del Editor, que soy yo igual: mentira).
"Bonita"
El disco va y empieza con los sonidos que uno podía esperar: un violento frenazo de coche a gasolina con plomo y los rítmicos compases del mejor techno de Detroit que se podía importar en Aguascalientes. Quién le dijo a Mijares que podía cantar sobre lo que parece una base del Donkey Kong Country no lo sé, pero que merece tres calles y catorce avenidas está claro. El ínclito cantante se desgañita porque iba tarde a una fiesta, y va tan al límite que está a punto de dejar un cadáver a su paso: ese casi-fiambre resulta ser una mujer de buen ver. ¡Uy uy uy! Mis meninges dan palmas a rabiar, y mi corazón sabe que no voy a poder ser un vago y dedicarle unas palabritas a cada canción. Toca tocho.
Resumiendo: Mijares secuestra a una joven a la que está cerca de matar, la sube al coche que podría haberla tenido espachurrada en su capó, pese a su clara negativa ("dime porqué no me hablas, contéstame bonita"). No me daría más asco si de pronto se volviera un medley con el "Cara al Sol". La pobre muchacha no puede escapar de este depredador sexual porque también ha sido invitada al guateque al que se dirigía el cantante. La jovialidad de la música contrasta un poco con que el resto parezca la introducción de un capítulo de CSI: Zacatecas, la verdad. Desde este blog rogamos con todas nuestras fuerzas que la chica llegara sana y salva a su casa.
"No hace falta"
Mijares hace alarde de telepatía en esta balada plañidera tan esclava de su época, que suena a descarte de Glen Medeiros. Pero incluso cuando se pone ñoño es capaz de conservar un subtexto de Jeffrey Dahmer del Yucatán. "Me quiero morir a tu lado", amenaza. "No hace falta que te llore si nos veremos arriba", sentencia. "Es mentira que no existe la muerte cuando hay amor"... confunde. Si no hubiera sentado el precedente de acosador en serie, hubiera sido más benévolo en mi interpretación libre, pero ha perdido para siempre mi voluntad apaciguadora.
"Bella"
Otra de estas lentas pero traicioneras, porque el estribillo se acelera hasta sonar como el fondo musical de un videotutorial de aeróbic. Toca un poco las teclas adecuadas del horterismo que me embelesa, y es tóxica, claro, pero menos. La imagen de su "diamante rubio" "persiguiendo por la casa moscas" es fascinante, pero al menos ofrece algo nuevo en su campechanería. Al final, Mijares no puede frenar sus impulsos de habitante del corredor de la muerte y concluye con un "sigue siempre así", que suena a que va a meter su cabeza en un bote de formol antes de que le salga la primera arruga.
"Mónica"
Miedo, pavor, reflujo intestinal. "Ahora, los catorce se te asoman". Quizá es algo injusto insinuar que Mijares está aquí jugando con el número más bajo que conozco en la bonoloto de la pederastia, pero la segunda estrofa (no la que imagina a Mónica tumbada en la cama sobre un charco de su propia menstruación, la siguiente) que retrata a la adolescente desnuda y con sus atributos en desarrollo es, como mínimo, reprobable. Por otro lado, sí que aconseja que "el amor puede esperar". Y con el amor, se refiere a Mijares, claro. La alarma sonará en 1464 días, estate preparada.
"Un montón de verano"
Una que pudo salir corriendo: "hoy te borré de mi libreta azul". Manuel Mijares no se aclara entre si va a echar de menos a este ligue de menos de un mes, o si está ya superadísimo. La verdad es que como canción de ruptura no es de una sensibilidad mayúscula. Bertín Osborne ha repudiado a hijos nonatos con más tacto.
"Soñador"
Bua, temazo, la musiquilla suena como la de los créditos de una película sobre un conejo antropomórfico que monta en monopatín y consigue enseñar al mundo que el skateboarding no entiende de tamaño, color, o especie mamífera. Los productores no terminarían de entender la parte del "simple trovador en busca de amor" pero no todos los fits son perfectos. En Rocky III no había ningún tigre, por ejemplo.
"Poco a poco"
Más egoísmo mijarista, aquejado por el acoso de una amante cansina que intenta resucitar una relación que está dando sus últimos coletazos. En lugar de hacer lo correcto y cortar con ella, si aquello no va a ningún sitio y de verdad se "siente un guiñapo", prefiere esperar a ver si la otra se da cuenta y decide marcharse. Un excelente ejemplo de responsabilidad emocional que, eso sí, tiene un estribillo epiquísimo.
"Siempre"
Hay una persona en el entorno de Mijares que es objeto pasivo de los sueños húmedos del mexicano ("con el pensamiento muchas noches fuiste mi mujer"), o al menos eso asegura esta canción, y que no lo sabe. Ahora lo llaman friendzone, antes "amor sin completar"; en ambos casos, incel material que apesta a cerradete. El porcentaje de potabilidad de este recopilatorio está muy por debajo de los límites de la OCU.
"A corazón abierto"
Desearía que esta tratara de cardiocirugía, pero es otra de rupturas sentimentales. Aquí se pone el traje de honestidad brutal, y le suelta a la otra que el follisqueo muy bien, pero que no funciona a ningún otro nivel. Encomiable, supongo, ponerle fin, pero el cantante no pierde oportunidad de hacerse la víctima: "sabes que esta herida me duele más que a ti". Así que supongo que se ha dado cuenta de que la pobre estaba fingiendo en la cama todo este tiempo. Mijares sad face.
"El breve espacio"
Mijares ha cogido cariño a su rollo de esa noche, como parece que le pasa con toda mujer con la que establece contacto visual. Los fluidos corporales expulsados le hacen reflexionar sobre lo volátil de la vida ("todavía quedan restos de humedad", es que no se puede estar refiriendo a otra cosa). La señora parece una profesional del sexo sin compromiso, hasta el punto de hacerme pensar si ha cobrado por la prestación del servicio. Esta pregunta, como tantas otras, se perderá como lágrimas (espermatozoides) en la lluvia (colchón del cuarto de Mijares).
"El rey de la noche"
Llega el monarca de la oscuridad entre fanfarrias extremadamente sampleables que podrían servir lo mismo para un beat de Kanye West que como sintonía del Carrusel Deportivo. Como esta superestrella de la canción latina tiene peor producción que Dandy Salomón es algo que no entiendo pero, ignorando (y tras el machaque de diez canciones, empieza a ser algo más fácil), el incansable afán de presentarse como un depredador sexual, este es el mayor bop del disco. Se te cardan los pelillos del sobaco de escucharlo.
"Baño de mujeres"
Me he distraído poniendo el lavavajillas y entre plato y plato el planeta ha girado 360 grados. ¿El responsable? Pues quién va a ser. Nada explica esta canción. Nada.
Las fiestas no acompañan a nuestro galante caballero Mijares, porque si en la última casi atropella y del todo secuestra a una joven, en esta su nombre se ve envuelto en un rumor del que no sabemos detalles pero que está arruinando la reputación del cantante. Y sabiendo todo lo que sabemos de él, si hay algo que puede manchar su ilustre trayectoria tiene que involucrar el enriquecimiento clandestino de uranio o quizá cosas peores. Mijarito lo tiene claro, eso sí: han sido esas malditas mujeres, su perdición, las que han inventado algo en uno de sus frecuentes aquelarres en los baños.
Nadie es capaz de burlar al potro del DF mucho tiempo, así que tras descartar un brote de amnesia colectiva como posible solución decide... colarse en el sanitario para enterarse de los chismes. Así que chicas, si os entra la necesidad de visitar al señor Roca, aseguraos de que no hay un sesentón mexicano poniendo la oreja. Hay precedentes, y como él bien dice, "si vas ahí, mañana vuelves". Y también "paruru-pa-ya, pa-pa-paya", que no tiene que ver explícitamente con el tema en cuestión, pero sale de la boca de Mijares igual y es, por lo tanto, mencionable.
"Para amarnos más"
Después de confesar su voyeurismo, cualquier continuación iba a dejarnos fríos, y doblemente si es una insulsa balada romántica que ni siquiera peca de ser imputable por los tribunales de los países más democráticos. Aunque eso de "nuestros cuerpos húmedos y tibios" suena extrañamente a psicópata. Es insulsa, pastelosa y, obviamente, tiene 100 millones de reproducciones más en Spotify que la segunda más escuchada de la compilación. Así nos va.
"Hombre discreto"
Antes de que os emocionéis, enfermos que me puedan estar leyendo, esta canción no da tips sobre como colarse en un baño de mujeres sin ser visto, así que podéis volver a Forocoches con vuestras dudas sin resolver. No, aquí Mijares se pone una medalla porque pese a haber tenido una noche de disfrute (no mutuo, como ya conocemos) con alguna pobre incauta, jamás hablará, publicará videos, escribirá una trilogía de películas con nueve años de separación entre ellas ni pintará al óleo un fresco sobre aquello. Lo de grabar una canción se da por hecho que iba a suceder, que así se gana la vida. Suerte que no termina la canción recitando el DNI de la susodicha. ¿Y cuán turbio es ese "después de haberte hecho el amor no hay memoria ni denuncia"? Huele a que habría algo que denunciar, francamente.
"Uno entre mil"
Hay gente que se quiere mucho que se consideraría "una entre un millón"; Mijares no está en el apogeo de su autoestima supongo. He buscado "uno de cada mil hombres" en Google, y me ha saltado el Ecclesiastés, 7:28:
"Hallé a un hombre bueno entre mil,
mujer no encontré ninguna."
Entiendo que esto no figura en el misal habitual. En fin, este tema sirve a Mijares para motivarse un poquillo, que parece que le hace falta: si participara el La Velada del Año IV contra yo qué sé, Papi Gavi, sonará esto mientras sale por las cortinas.
"Soldado del amor"
Suenan los tambores, y Mijares coge su fusil. La intensidad es extrema; los sintetizadores, rebosantes de caspa. Me encanta. Es como el "The Final Countdown" de los crooners. Y sorprendentemente, no tan horripilante como otras anteriores, aunque sigue protagonizándola un acosador inquebrantable que no termina de incluir el "no" en su diccionario. Pero él se toma el rechazo como si fuera el desembarco de Normandía, y no importa cuantas ametralladoras Gatling ponga su objetivo en esa arena teñida de sangre que él seguirá lanzándose una y otra vez a morir en la orilla.
"No quiero perderte"
Hay poca relación estable en el imaginario de Mijares, abundan más las ensoñaciones frustradas y el tedio cotidiano. Aquí por lo menos hay una voluntad de recuperar la chispa, en lugar de echar más leña al fuego a ver si explota como en "Poco a poco". No es una gran canción, pero tampoco es emética, así que lo consideraré un triunfo.
"No se murió el amor"
La secuela de "No quiero perderte", esta vez con más madurez sentimental. ¿Sorprendidas? Yo al menos sí. La canción suena a baladista italiano en horas bajas, que además son mucho ellos de hacer galimatías metafóricos insondables como ese "mitades de un total matemático, siempre queda un ángulo, un rincón inédito": solo ellos y Supertramp son capaces de elevar lo de rimar esdrújulas al arte.
"Persona a persona"
Booooooring. A Mijares no le puedes hacer ghosting porque a fantasma no le gana nadie, y da igual que respondas no o que no respondas, él va a seguir a lo suyo. Aquí entre llamada perdida y llamada perdida pues se muerde el puñito de rabia, amenaza con autolesionarse o amaga con un Vladimir, lo que más le salga del alma en el momento.
"Alfonsina y el mar"
Si cantara aquí la de "Mendoza, oza, oza" o la sintonía de Manolo y Benito me sorprendería menos que este "Alfonsina y el mar" recubierto de laca. Podría mentir y decir algo de mal gusto como que Mijares canta sobre lo mal que le esté sentando que Alfonsina ya no le responda a los Whatsapps pero que tampoco va a cejar en su empeño, pero no es así (y además ya lo he dicho, pero como no queriendo decirlo, ¿has visto?). Es una versión bastante exagerada en su pretensión, porque eran los ochenta imagino, pero como dijo Mitch Hedberg, "unas escaleras mecánicas no se pueden romper, como mucho convertirse en escaleras normales". "Alfonsina" es una escalera mecánica de primera.
"Me acordaré de ti"
Título que suena a amenaza, porque alguien ha tenido el atrevimiento y la desfachatez de cortar con él. Siendo justo, tampoco se lo toma demasiado mal, pasa directamente de la fase 1 a la fase 5 del duelo sin despeinarse (también por la gomina). Una pena que se cierre este viaje con una canción tan pichí pichá, pero mi corazón lo agradece también.
Puede que haya sido muy injusto con Mijares, porque no tiene ni un crédito por componer canción alguna de estas veintiuna (y lo he comprobado, imaginad mi sorpresa cuando he visto que "El breve espacio" es obra de Silvio y Milanés... me hace querer borrar el artículo entero, ¡pero me aguanto!). Por qué sus compositores a sueldo lo atiborraron de tanta letra éticamente cuestionable es un misterio, aunque presiento que, si me diera el volunto de investigar a alguno de sus coetáneos (velosos, jojo), encontraría más de lo mismo. Así que, vaya por delante (si bien al final del texto, no vaya a ser) que es ciertamente probable (99.9%, según el propio Mijares) que sea una persona excelente, pero este personaje grasiento que protagoniza sus canciones no lo es, desde luego. Así que vayamos más allá de Barthes: él declaró la muerte del autor; yo la del intérprete. Patafísica o muerte.
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