lunes, 19 de junio de 2023

Levantar la Tapa: Hall of Fame 2023

Todos los años lo mismo. Que si el Hall of Fame es esto, que si el Hall of Fame es lo otro, que si nosequién expulsó a nosequién traicionando la memoria de todas mis antepasadas... Estaréis cansades, y si no lo estáis, pues yo sí, así que, aunque podría ponerme a explicar los poco interesantes entresijos de los cambios en el sistema de selección que hemos hecho este año, he decidido hacer algo distinto.

Os voy a recitar el poema "Two-Headed Calf", de Laura Gilpin (bueno, os lo dejo aquí traducido por yo, ya os lo recitáis vosotres en vuestra cabeza):

El ternero bicéfalo

Mañana, cuando el campesino encuentre

a este pobre engendro, envolverá

su cuerpo en periódicos y lo llevará al museo.


Pero esta noche sigue vivo, en los campos 

del norte, con su madre. Es una tarde

perfecta de verano: la luna se eleva

sobre el huerto, el viento agita la hierba.

Y cuando mira al cielo, allí se ven

el doble de estrellas de lo habitual. 

 

Y con tan alegres versos, os dejamos con el Hall of Fame de este año de nuestro Señor 2023.


Deltino Nguema



1777. Se firma el Primer Tratado de San Ildefonso, por el cual Portugal cede a España el control sobre la isla de Fernando Poo, ahora Bioko, en Guinea Ecuatorial. Las fichas de dominó caen lentas, imperturbables.

2023. Juan Pablo (Deltino) "Papá" Nguema es el único artista de esta hornada del Hall of Fame de Levantar la Tapa en no ser considerado ni una sola vez para su exclusión. Todos los demás tuvieron que asomarse al abismo en algún momento, o rozar con la yema de los dedos su objetivo para que luego se les fuera arrebatado cruelmente (que le pregunten si no a su compañero centroafricano, Lory Money). Pero no Deltino. Él fue, y es, intocable.

Embelesado presumiblemente por los sensuales meandros del Ebro y la negra Pilarica, se afincó en Zaragoza, donde se convirtió en hincha ferviente del equipo maño. Quizá pensando en el gol de Nayím le vino a la cabeza la siguiente melodía, arritmias varias y melismas improvisados not pictured:


No siempre ha tenido una efectividad total a la hora de replicarlo vocalmente, pero su contagiosa sonrisa le permitió extender su cobertura a otros equipos de la Liga Española, como por ejemplo el Atlético de Madrid y sus "colchoneros del bien", si es que existe tal cosa. El afable cantautor fue invitado al Chiringuito de Jugones (HOF approved) donde, si bien apenas por unos instantes, madridistas y culés, béticos y sevillistas, unieron sus corazones y cantaron por la fraternidad de los pueblos. Este fue el trampolín que lanzó a Deltino de pleno contra nuestro radar, y fue amor a primera vista.

"Somos familia". Un mantra inapelable. Una canción con más encarnaciones que el "Hallelujah" de Cohen, aunque la más propagada es la que tiene ya cierta pátina de profesionalismo. Una que, sin embargo, se resquebraja en el momento en que, mientras vemos una tensa discusión familiar que está al borde de llegar a las manos, Deltino empieza a desvariar sobre como ganamos el Eurobasket y la Eurocopa y el Mundial y si sigue haciendo rewind de las victorias patrias probablemente alcance la colonización de las Filipinas. Por suerte, pronto cambia el chip para regalarnos un listado exhaustivo de equipos aragoneses de todas las divisiones, culminando en un ajustadísimo "Sociedad Deportivo Tarazonaaaah" que destruye para siempre toda regla escrita sobre la métrica poética.

Me explayo mucho sobre Deltino porque es una deidad y porque su producción es lo suficientemente corta para poder disfrutarla en su integridad en un ratillo. El remix de "Somos Familia" representa el culmen de su fama, aunando a periodistas deportivos de todos los credos, y los hay hasta que se atreven con los intrincados versos del tema: José Damián González está a caballo entre jotero mayor y persona a la que están felando, Roncero saca a su Springsteen interior una vez más, y Pipi Estrada le dejó un mensaje de voz y se quedó tan ancho (aunque ya es más de lo que hizo DjMaRiiO, mencionado en los agradecimientos).

Nguema ha llevado diferentes sombreros en su etapa post-"Familia": mensajero de la paz con dotes casándricas, Fernando Simón, nieto contrito (y su propio abuelo, quizás) que hace un alto en su arrepentimiento para volver a mencionar al Tarazona y su ascenso a 2ª B, conservador de la tradición ecuatoguineana al menos hasta que irrumpe un joven oriental (el mismo del primer "Somos familia") en un carrito de golf a cantar "Kokolikoko" y empuja a Deltino a sus desvaríos habituales, estrella de las pachangas, activista anti-droga de esa que te hace ver gallinas con tacones, y mensajero de la paz redux con barba blanca. Si este su último tema es indicativo de su trayectoria futura, podemos esperar un incremento sustancial de la calidad en la producción que es inversamente proporcional al encanto que transmite, por desgracia. Eso, y un señor con una cabeza de oso panda. 

Huelga decir que estamos deseosos de seguir sus pasos, allá donde nos lleven, oh luminaria.

Gangrena


Es probable que pocos artistas hayan tenido una campaña a favor de su entrada en el Hall of Fame tan longeva, insistente y, sobre todo, tan unilateral como la de Gangrena. Es probable también que pocos artistas de los que han llegado a este insigne podio os suenen tan poco como este grupo, tan fabuloso como desagradable es la enfermedad que le da nombre.

Pero así es Gangrena. Desagradable a veces, inesperado a menudo, resiliente ante todo. Misterioso, sin duda, porque no vamos a desvelar la auténtica naturaleza de quien se esconde (o quienes se esconden) detrás de este pseudónimo.

Y es que en el misterio está parte de la magia. En el misterio y en el sentirte parte de una de las siete u ocho personas del planeta que han escuchado los sonidos sintetizados y vanguardistas de ese clásico que es "La Papelera On Fire" (una elegía sobre papeleras que arden), los sonidos también sintetizados y también vanguardistas de "El Router Alámbrico" (una mordaz crítica a la dependencia tecnológica en un mundo interconectado), o los coros, saxofones, pianos y voces dolientes de "Mango Caliente / Corazón Polar" (una oda a la necesidad de mantener la fruta en la nevera cuando pega el calor del verano, creo, a la que debería haber hecho más caso, porque se me han estropeado un manojo de plátanos, tres paraguayas, cuatro albaricoques y un melocotón esta misma semana).

Eso le hubiera bastado a cualquiera, pero no a Gangrena. Si hace seis años se preguntaban a quién no le iba a gustar un Imperio romano del siglo I, ahora han dirigido su interés a las dudas que atribularán a un guerrero japonés del medievo, o a esa cuestión que nos carcome a todes: ¿tiene sentido la Navidad si no viene acompañada de ingentes cantidades de Brassica oleracea var. capitata f. rubra?

En mi opinión, desde luego que no.

Günther




Modelo de pasarela. Empresario de la noche. Dueño de un bigote sexy, un tupé inexplicable y unos morritos que provocarían la envidia de Derek Zoolander. Sorprendentemente, no es nada de eso lo que hace famoso a Günther, sino el hecho de que alguien, un día insigne allá por 2004, decidió tocarle su tralalá.

"Ding Dong Song" es una canción sin la que no podría entenderse el fenómeno del eurodance entre finales de los 90 y primeros 2000s, esa época tan extraña como maravillosa. La sensual voz de Günther diciendo una y otra vez "oh, you touch my tra la la... my ding ding dong", los coros de The Sunshine Girls, una base rítmica capaz de poner a bailar a Juan Carlos I... todo ello bastaba para convertir este tema, basado en otra extraña joya de Phil & Company, en una leyenda. Y así sucedió, pues la sensualidad encabezó aquel año las listas suecas. Pero no acabó ahí la cosa. No cuando dos jóvenes, de nombre Louis and Zach, decidieron grabar un lipsync de lo más inenarrable con este tema de fondo, que pasó a los anales de la historia de YouTube y de los fenómenos virales de la época.

A pesar de lo que se pueda pensar, Günther no es un one-hit wonder. En el mismo disco donde lanzó su tema estrella, sutilmente titulado Pleasureman, y con la sempiterna colaboración de The Sunshine Girls, también hizo gala de sus dotes para la seducción y el disfrute veraniego en "Tutti Frutti Summer Love", de sus dotes para la seducción y los tocamientos en la colaboración con Samantha Fox, "Touch Me", o de sus dotes para la seducción y el construir castillos de playa en "Suntrip".
 
Sí, ya, ya sé lo que estaréis pensando. "¿Son todos los temas iguales?", os preguntaréis. Pero que no os engañen sus elaboradas letras ("It is a hot day, put on my flip-flop / Go to playa de sol, my feelings tip topped / Give me some lotion to get emotion / Señorita, sex on the beach") ni el hecho de que en ese disco encadene títulos como "Teeny Weeny String Bikini", "Crazy & Wild", "One Night Stand", "Naughty Boy" o "Enormous Emotion (I Love You)" (cuya imagen de portada en el canal OFICIAL de este señor no puedo ni empezar a explicar): su deriva posterior demuestra que así es.

Poco a poco esto se está convirtiendo en un monográfico sobre Günther, pero ¿cómo evitarlo? Estamos hablando de un señor que en 2016 lanzó un extrañísimo himno en spanglish llamado "No Pantalones" que tras un primer plano de su boca diciendo "what the fuck? Let's do like Donald Duck" da paso a una panorámica con un grupo de mujeres de espaldas, con los pantalones bajados y enseñando el culo (el título prometía lo que ofrece, eso es cierto). Un señor que, con la pandemia mundial dando sus últimos coletazos, decidió volver a ofrecerse al mercado en "SEX MYSELF", right here and now. Un señor que, hace menos de dos meses, reapareció para susurrar al micro de forma sensual que colocarse y estar cachondo no es un crimen.

Qué queréis que os diga. Para mí, llevar 20 años haciendo la misma canción, con el mismo bigote y las mismas obsesiones, capeando los rumores que a veces surgen en foros suecos sobre si Dr. Bombay y él no serían la misma persona, es todo un triunfo.

Kirin J Callinan



Un buen amigo mío ha llevado su petate al subcontinente australiano por motivos académico-profesionales, y esta mudanza hemisférica ha provocado que, a cada rato, se inunde el chat de grupo de vídeos representativos de la hostilidad del outback: arañas del tamaño de un horno microondas, murciélagos similarmente sobredimensionados por su dieta rica en artrópodos XL, y así sucesivamente en una cadena evolutiva de especies de proporciones cada vez más grotescas. Esa secuencia tiene como último eslabón a Kirin J Callinan, el apex predator de Sydney, un animal escénico de ganchos adictivos y rechazo frontal a cualquier tipo de convención artística.

Claro que le conocimos por "Big Enough", meme of memes que, aunque cuente con un Kirin extremadamente sensual a lomos de un corcel pardo, y también con Alex Cameron como vaquero casual, está más que dominado por la apolínea figura del Rey Sol Jimmy Barnes, un Mufasa del Uluru descuajaringándose la laringe sin un propósito aparente más allá de servirnos con el drop más majestuoso de la historia de la música occidental. Barnes berrea como si hubiera pisado un Lego cubierto de ortigas, chilla desafiando los límites de lo decente... pero es Callinan quien ubicó al astro de los Cold Chisel en el firmamento del meridión, y es él también (y Cameron, pero más él) quien, en el clímax ya no del tema si no de la existencia humana, proclama nombres de estados y religiones al tuntún, con un "JUDAISMMMM" apoteósico que hace más por blanquear los crímenes del estado israelí que cualquier propaganda del Knesset. Y no le acusemos de one-hit wonder, porque la estética de quincallero encuerado de "S.A.D.", subiéndose a tractores ajenos y ataviándose de atuendos que oscilan entre el uniforme de los Burlaos y el de un villano de Miami Vice, es intachable, y la canción de una factura más que fina, como nos tiene acostumbrados. Su imagen iconoclasta no confunde el hecho de que detrás de ese segundo bigote filiforme de la velada de hoy se esconde un fantástico artista que nos seguirá entreteniendo y sorprendiendo durante décadas.

Paquita la del Barrio



De cuando en cuanto, las redes se inundan de loas al fascinante arte del insulto que parecen dominar tan bien en Argentina. Las competiciones futbolísticas son un terreno especialmente fructífero, que permite que broten manjares que van desde un "cementerio de canelones" hasta un contundente "termotanque de sida" o un siempre efectivo "la re putísima madre que me re mil gran parió". Es un combate en el que no se hacen prisioneros, en el que no importa a quien ofendas, ni lo racista, misógino u homófobo que resulte el improperio que profieras, solo ofender lo máximo posible. Sin cuartel.

Bueno, pues toda Argentina junta no le duraría ni medio asalto a Paquita, y a la señora le sobraría tiempo para ciscarse un par de veces más en tus muertos mal enterrados.

Esta reina de las rancheras, apodada (dicen), "la Guerrillera del Bolero", que podría ser el mejor mote que haya recibido una persona jamás en la industria musical, cuenta con una carta de presentación inconfundible: "Rata de dos patas". Acordeones y percusión te dan la bienvenida en lo que cualquier persona en su sano juicio interpretaría que va a ser una canción de amor. Y, de pronto, entra Paquita: "rata inmunda, animal rastrero, / escoria de la vida, adefesio mal hecho. / Infrahumano, espectro del infierno, / maldita sabandija, ¡cuánto daño me has hecho!". Sin sutilezas, sin maquillaje. Cada palabra es aún más ofensiva que lo anterior, y la calidez de la voz de Paquita y el contrapunto instrumental que se eleva tras cada insulto no contribuyen sino a terminar de forjar la que es, sin duda, la canción de odio y despecho mejor escrita de la historia.

Une podría escuchar esto y pensar "una excepción, una rareza que se hizo viral, seguro que el resto de la carrera de Paquita va por derroteros muy distintos". Si es lo que creéis, me alegra confirmar que os equivocáis. Un vistazo rápido a la discografía de Paquita nos deja títulos de álbumes tan dispares como Hombres malvados, Duro y contra ellos, Las mujeres mandan o Eres un farsante. Y el contenido de los propios discos no tiene nada que envidiar al de su éxito más viral: ¿o es que pensáis que en "Escoria humana" va a ser más conciliadora solo porque su interlocutora sea una mujer? Con todo, los hombres son el blanco habitual de su desprecio, ya sea cuando pide perdón a los perros por compararlos con ellos, o cuando los manda al carajo ante su chantaje emocional.

Paquita, como el resto de mujeres del planeta, tiene motivos para estar de mala leche con los hombres, eso es evidente. Pero en su caso, más todavía: resulta que antes de convertirse en un icono internacional nominado al Grammy, con tan solo 16 años, Paquita se casó con un tipejo de 34 años, del que luego descubrió que ya estaba casado y tenía otra familia. Si me preguntáis a mí, "culebra ponzoñosa" es un apelativo bastante suave para él.

Recientemente, nuestra reina del bolero ha estado de actualidad, pues sus problemas de salud la han llevado a dar conciertos en silla de ruedas y anunciar su retirada definitiva desde los escenarios. Pero atrás deja la intérprete de Veracruz 31 discos de estudio y 40 años dedicados a los escenarios (y ocasionalmente a la gran y pequeña pantalla), y un himno que jamás se nos olvidará. Paquita fue, es y será un torrente feminista con un gracejo irrepetible en sus insultos mordaces, y desde aquí solo podemos decirle: gracias por tanto.

Paco Candela



La magia de estos podios es que de un párrafo a otro pueden hacernos saltar del feminismo más confrontativo a la masculinidad española más tradicional que podamos imaginar, y eso es lo que representa Paco Candela, con sus patillas a lo Curro Jiménez y su boina de venir de darle un tiento al orujo en el bar después de cazar perdices.

Vale, lo reconozco, me dejo guiar un poco por las apariencias. Y hago mal, porque si algo caracteriza a Paco es que... bueno, une no sabe por dónde cogerle. Su indumentaria te invita a pensar que estará en su salsa en cualquier tendido de las Ventas, y lo de prestarse a fotos con concejales de cierto partido de ultraderecha no hace mucho por desterrar esa imagen... pero claro, luego te sale vestido así:

https://cope-cdnmed.agilecontent.com/resources/jpg/7/1/1660043419517.jpg

O así:
 
https://image.ondacero.es/clipping/cmsimages01/2022/09/08/D0890D07-53F2-447E-BEF7-FC1D547193FE/paco-candela_104.jpg?crop=2002,2002,x665,y0&width=1200&height=1200&optimize=low&format=webply
 
O así:

https://i.ytimg.com/vi/gCaGLmVKg4U/maxresdefault.jpg 
 
Y a mí me vais a perdonar, pero si este hombre es cisheterosexual es el hombre cisheterosexual con mejor gusto y gracia para el vestir que haya visto en mi vida.
 
Circunloquios sobre su ropa aparte, lo que está claro es que claro es una persona con buenas intenciones. Que se pueden perder por el camino, que parten de un lugar equivocado o que no terminan de llegar a buen puerto... pero buenas intenciones, al fin y al cabo, supongo. Sí, le gusta la tauromaquia, pero también es verdad que "El Niño y el Vagabundo" es un alegato contra el abandono animal del que está bastante orgulloso. "Este Día" no oculta su concienciación contra la violencia machista, aunque esa actitud de padre en una misión de venganza parezca más propia de los años 80 que de una cuarta ola que habla de patriarcado y violencias interseccionales. Y, por supuesto, no podemos pasar por alto "Aprendamos de los niños", hito singular con el que Paco entró en nuestras vidas: una fantástica canción antirracista que tiene aproximadamente media docena de comentarios racistas y estereotipos ofensivos en cada verso en pos de la igualdad entre los pueblos.

Pero así es Paco. Una persona que confía en la bondad, aunque tenga la sensibilidad y la sutilidad de un rinoceronte que ha consumido metanfetaminas. Pero por eso le amamos. Por eso y porque es la única persona del planeta que se atrevería a afirmar que lo que hace falta para solucionar el conflicto catalán son... unas buenas sevillanas.

La Rata de Antequera


Hay veces que no hacen falta demasiados componentes para convertirse en un icono incomparable: bastan un sombrero con orejitas de Minnie Mouse manufacturado en Bangladesh con el pelaje de alguna especie casi extinta, una voz aflautada y afincada ad aeternum en el registro de Gracita Morales, y la ausencia prácticamente patológica de sentido del ridículo. De los creadores del mollete llega el roedor más sicalíptico, la Rata de Antequera.

Anabel no estaba preparada para los eventos que, propelidos por el casi ya olvidado José Manuel Parada, iban a sobrevenir sobre ella y su vetusto acompañante, don Alfonso. Ella sólo había acudido a rememorar Sor Citröen, esa joya del cine patrio, cuando el presentador alude a una "versión libre con letra" de su clásico tema principal. Cabría esperar, dadas las circunstancias, que la interpretación homenajearía esa cinta tan querida, pero el cosplayer que se pavonea por el plató, agarrando un cuadro al óleo de Gracita (en el que ni siquiera está encarnando a la monja), tiene otras aviesas intenciones. Se refiere al mojigato personaje como "distribuidora de Avón" o como "un gay atrapado en cuerpo de mujer". Prisioneras de las intimidatorias danzas de Parada y la Rata, las invitadas se ven obligadas a acompañarlos en su baile; don Alfonso, al que por su aspecto ya por aquel entonces colindante con la decrepitud no se le podría culpar demasiado de rogar a los cielos el regreso del Generalísimo, es el que más suelto va. Dos momentos le hacen merecedor de compartir este logro con el enigmático roedor: en el 1:14 abandona toda pretensión de resistirse al encanto de la música y, rótulas be damned, se levanta del sofá como si tuviera un pistón en el bullate; apenas cinco segundos después, sus labios se sincronizan con una perfección inusitada al "ba bam bam bam" de la melodía; ese corte al primer plano del venerable anciano hace del realizador de TVE responsable de este portento audiovisual nuestro la tercera pata de este glorioso taburete. Anabel, mientras, intenta disimular, repeler los arrebatos cariñosos del vejete, sonreír como si le hubieran grapado las comisuras al lacrimal, pero su discurso interno es otro: patientia in reguli nostri, prima virtus est.


Raúl



El vitoriano Raúl despertó un día de un largo sueño tropical en el que aparecía una boca incorpórea, como el logo de los Rolling Stones; es así como, con apenas veinticinco años, partió a la capital con la ilusión de representar a nuestra nación en el festival de Eurovisión. La preselección, esa fastuosa Eurocanción 2000 que nos presentó también a los tal vez futuros Hall of Famers 20 Años de Cuna y su desincronizado reloj, vio prevalecer al veterano Serafín Zubiri, pero "Sueño su boca" sirvió a Raúl para erigirse en vencedor moral y perenne trovador de chiringuito en el molde de nuestros Civeras. Tan majestuosa era su figura que, en los años dorados en los que el 7 del Madrid era el mejor jugador nacional desde Amancio, había todavía quien dudaba sobre a quién te referías cuando usabas "Raúl" como monónimo. Pero a diferencia de Cher, Madonna, o Cepeda, su estatus no perduró demasiado, aunque mientras lo hizo, sometió a todo un país a su dictadura del meneo caderil.

Ese éxito no sería el último: "Prohibida" se convertiría en su himno más inolvidable, uno que nos transporta irremediablemente a las doradas playas de Formentera, Torremolinos, o Vilanova i la Geltrú. Sí, es cierto que su trayectoria sufrió un desinflamiento previsible, que ni su aparición en la banda sonora de Spirit aún en pleno apogeo de Dreamworks ni el mecenazgo del preboste del latineo Kike Santander con su "As de corazones" impedirían que Raúl fuera flor de un día, o de un par de ellos. Igual de verdadero es que su carisma distaba mucho del canalla Civera, por no hablar de sus pares transoceánicos como Chayanne, pero el cantante vasco queda como uno de los máximos exponentes de ese estilo musical ya sofocado, el summer dance, que tanto echamos de menos. Y en absoluto significa que no pueda darnos sorpresas, como "Perdona que te diga" (unironically una de las canciones que más escuché el año pasado, a propósito o no), o como colarse no del todo accidentalmente en selfies de algún miembro de nuestro comité. Un verdadero inmortal.


Toy-Box


 
Como cada año, en la gala de este Hall of Fame hubo bajas dolorosísimas. Una fue, sin duda, la de Lucrecia y los Lunnis, que hizo que Patapalo, el almirante audaz, quedara sin voz. Otra, mucho más grave y que causó estallidos de ira pocas veces vistos entre la plana mayor de este blog, fue la de Cascada, eterna reina de la pista.

No cuento esto solo como excusa para hablar de mis dos grandes favoritas de esa noche aciaga (que un poco también), sino porque los avatares que tejió el destino fueron los que hicieron que, ante la caída de la diva europop por excelencia, la persona aquí firmante decidiera salvar en un movimiento postrero a Toy-Box, los Aqua daneses. Bueno, espera, Aqua también son daneses... Los Aqua de Copenhague. Ay, mierda, no. ¿Los Aqua de finales de los 90 y primeros 2000? No, eso tampoco...

Bueno, que son como Aqua. Iguales. Pero menos famosos. Y siendo la mitad de integrantes, todes elles con pelo. Ya está, hasta ahí las diferencias.

Es verdad que cabría pensar que, siendo unos Aqua de menos renombre, su presencia aquí es un poco irrelevante, pero es innegable que en su día fueron una presencia fundamental en la escena bubblegum/europop/eurodance que tanto nos gusta en este blog. Su tema insignia, "Tarzan and Jane" (una balada pegadiza en la que los famosos personajes se hacen carantoñas y ligotean entre sonidos de animales que copulan y frases mal formuladas de Tarzán) llegó al top 5 de las listas de un par de países europeos, y tuvo presencia en otros varios. Algo parecido pasó con su siguiente single, "Best Friend", canción de amor alienígeno-futurista pionera de los monigotes bailongos en 3D mal modelados.

El éxito fue efímero, y tras ese primer disco (que, como sus singles, encabezó, o casi, las listas en varios países), sacaron un segundo, con el que su momento parecía estar ya agotándose. Como los ya mencionados Aqua (si no contamos la reunión posterior de estos), tuvieron una carrera breve, de apenas siete años, y no se volvió a saber mucho de ellos. Pero siempre nos quedarán los acordes de "Superstar" o de "The Sailor Song" para recordar una época más sencilla. Una época en la que convivíamos con gaviotas gansta, gente peleándose con sables y cucharones, y hadas madrinas vestidas como la reina del baile que te regalaban limusinas. Una época mejor. Probablemente.

Wendy Sulca



Como una Rebecca Black andina, la pequeña Wendy entro en nuestras vidas a una tierna edad. A diferencia de la primera, cuyo viernes de preadolescente era perfectamente acorde con los dictámenes judeocristianos, las primeras palabras de la peruana en penetrar nuestros subconscientes fueron "cerveza, cerveza, quiero tomar cerveza". Casualmente, también fueron las segundas. Estamos hartes de escuchar a niños y niñas precoces hablándonos de amoríos y demás cuestiones que deberían ser ajenas a su edad, ¿por qué nos sorprende oír a Wendy abandonarse al alcoholismo en su tierna infancia, tan llena de sinsabores, presumiblemente? Las malas lenguas podrían afirmar que simplemente está haciéndose eco de las palabras de un tal "D.R.", a la postre compositor de la canción (en mi headcanon significa Don Resacón), pero ver a Wendy tan implicada, entregada al mensaje, hace imposible pensar que, de habérsele puesto un chupito de Cointreau delante, no se lo hubiera metido entre pecho y espalda.

Mucho se puede hablar de Wendy, y de otros grandes temas como "La tetita", que conjugan de nuevo las tres fuerzas que laten en el fondo de su arte: el colega que toca el arpa como si hubiera hecho un pacto con el diablo en lo alto del Machu Picchu, el eufórico narrador jaleando todo lo que sucede como si fuera el animador de un "llama y gana", y por supuesto la voz de la propia Wendy, dotada de unos ultraharmónicos que hacen parecer que hay alguien frotando globos en alguna parte. Todo eso, así como el metraje etnográfico rollo Las Hurdes (Tierra sin pan), se moduló bastante cuando, parafraseando a su rival teenager Colibritany, "dejó de ser una morrita". La cover de Madonna de "Like a Virgin" es casi inofensiva (e incluso premonitoria: decidme que no está haciendo el "Swish Swish" en el 2:33), y por supuesto, su incorporación a la Santísima Trinidad del folklore latino, sionista o no, es imborrable. Su carrera está, como la de Black, en una evolución exponencial; su último tema, "Mírame como soy" (con una gran exponente del pop colombiano como Lido Pimienta, nada menos), es una atrevida y épica fusión de rap, tradición y new age que nadie podría haber pronosticado hace 15 años. Quizá pequemos de desobediencia recordándola más como aquella niña de voz irritante y temáticas impropias pero, mientras la acompañamos en su brillante futuro, permitámonos por un momento mirarla como fue.

Concluido pues el proceso de selección del ala estrictamente musical, tenemos una nueva integrante de nuestro venerable Hall de los Inmortales, el inigualable azote de las relaciones tóxicas, doña Lizbeth Rodríguez:

Lizbeth Rodríguez



Puro fanfiction, pero aquí va mi hipótesis: el cerebro maestro de Badabun, ese canal de YouTube que surcó la cima del Everest virtual allá por 2018, era un amante desleal congénito, tan sumido en el autoengaño que urdió un plan genial para convencer a la raza humana de que todos los hombres y mujeres de la Tierra eran como él. Así nace Exponiendo infieles, una serie web en la que se destapan los secretos más oscuros de parejas que habían salido a tomarse unas chelas por el centro sin imaginar que ese era el día en que se iba a poner fin a la farsa de una o ambas partes. ¿Guionizado? Casi al 100%, pero las mejores cosas lo están.

Lizbeth, una joven extremadamente carismática, era la cara visible no solamente de Exponiendo infieles si no del canal en su conjunto: 18 de los 40 vídeos más vistos de Badabun contaban con ella, y si bien el físico de la mexicana se prestaba a la repugnante explotación cosificadora de sus thumbnails, era inmediato comprobar que Lizbeth ofrecía mucho más que eso: un olfato infalible para el drama, una incisividad de pitbull a la hora de negociar las recompensas a sus víctimas por dejarle chequear el WhatsApp y el Facebook, y en el fondo, una empatía inquebrantable por la mujer traicionada, protagonista habitual de estos vídeos. Es así como uno empieza a darse cuenta de que bajo su confianza desmesurada yacía alguien no tan diferente a todas ellas, cansada de las perpetuas decepciones del machito promedio. Es así como uno empieza a vislumbrar el lore.

Insisto: es todo mentira, pero no me paréis por ello. La entrevista de Lizbeth con su presunto ex, un mamarracho del máximo calibre, un irredento orgulloso que no duda en inventarse excusas para propasarse con ella, que es incapaz de contenerse esa sonrisilla de imbécil a la vez que Lizbeth llora desconsolada, y que tiene la desfachatez de dar esta respuesta:
Liz: ¡¡ESTUVISTE CON SEIS MIENTRAS ESTABAS CONMIGO!!
Gilí: OK... sí... sin querer.  (muerde una lima)
Ese vídeo dio un vuelco a lo que en un inicio me pareció un simple fake morboso para generar visitas, y lo convirtió en un apasionante fake morboso para agitar las conciencias de toda una generación. Hemos consumido muchas de sus entregas durante estos años, aunque quizá ninguno tan indeleble como el del yogurín inexperto que, despechado por una señora que iba a casarse con su jefe o algo por el estilo, opta por, previo abrazo al policía guardaespaldas de Lizbeth, endosarle un cabezazo zidanesco al lateral de un teléfono público. Podemos debatir eternamente sobre lo verídico de Exponiendo infieles, pero hay cosas que no se pueden fingir. Aquí hay impacto.


Valga como confirmación, si es que hace falta, de lo irreemplazable de Lizbeth al frente de Infieles el hecho de que, tras su controvertida (y no explicada) marcha de Badabun tras el episodio 147, el segmento fue resucitado unos años después... pero con una inusitada caída del 99% del total de views; tras 4 meses sin actualización, podemos dar a la serie por difunta. Por su parte Lizbeth, como reina empoderada que es, sacó un off-shoot por su cuenta que no tiene problemas a la hora de superar el millón de views con relativa frecuencia. Quizá sea un formato exprimido hasta la extenuación ya, pero queda patente que Badabun necesitaba mucho más a Liz que viceversa. Si hay alguien que se atreva a cuestionarlo, cedo la palabra a nuestra emperatriz:

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