martes, 28 de febrero de 2023

Las 4 canciones más inexplicables de Rosa López

Este va a ser un artículo menos al uso porque está centrado en torno a algunos descubrimientos recientes que me han cambiado por dentro y hecho ser mejor persona, o al menos una distinta en formas anteriormente insospechadas. Vuelvo al tema fetiche de Operación Triunfo, y más en concreto retomo en el punto exacto donde lo dejé: con una Rosa López victoriosa que por azares del destino no supo o le impidieron consumar su carrera hacia el estrellato.

Hay dos vías de pensamiento, bastante compatibles, sobre por qué ese fue el resultado. La primera, que su carrera se orientó hacia un pop latino facilongo como el que hacían sus compañeros, en lugar de convertirla en la Joss Stone de Granada, ignorando que tampoco es que Joss Stone alcanzara las cotas prometidas por su primer par de discos, como demuestra el hecho de que te estés preguntando "¿quién carajo es Joss Stone?" 

La segunda vía postula que fue víctima de múltiples fatalidades todas conectadas al hecho de que las personas que deberían haber sido responsables de que una muchacha de 20 años no sucumbiera ante la presión del nuevo mundo en el que estaba sumergida fracasaron en todos los aspectos: su padre era un vigilante de seguridad reconvertido en Coronel Tom Parker que esta igual de preparado que ella o menos, la discográfica se traía unos tejemanejes con los contratos importantes, y los gestores de sus giras la tenían machacada a conciertos, lo que desembocó en una pérdida de voz que pudo ser acelerada o no por una inyección en el pompis de un líquido aún por identificar.

La versión de la propia Rosa ha cambiado un poco dependiendo de si la está entrevistando Bertín Osborne o los de Sálvame, pero lo básico se mantiene. El caso es que en un universo paralelo, donde todo lo que ha ido mal en este hubiera ido bien, tendríamos a una estrella internacional de voz privilegiada, ganando Grammys y con al menos un musical en Broadway. No hay ninguna duda de ello. Pero hay infinitos universos, y en algunos la trayectoria es perturbada por el aleteo de mariposas en Yokohama. Realidades en las que Rosa López le implora al dios de los morfemas, homenajea la ciudad de las murallas, ronea a un gurú indio o se coquetea con el jazz-rock avant-garde. Realidades que, afortunadamente, son la nuestra. ¡Ajá!

"Una eternidad"


¿Sabías que habitamos en una línea temporal en la que...

y...


están a un sólo grado de separación de distancia?

12twelve es una banda barcelonesa que se dedica el post-rock, ese género para esnobs que consiste en tocar la guitarra despacito y meterle a todo mucho reverb. Premiados con el aclamado galardón a "mejor grupo" en un concurso en Bilbao, su recompensa fue grabar su tercer álbum con el gran Steve Albini, el genio de Big Black y Shellac y responsable del sonido en clásicos como Surfer Rosa, In Utero, Rid of Me o Ys. Un currículum poco menos que envidiable. La combinación dio a luz un álbum ruidoso y experimental con toques jazz, como he podido comprobar escuchándolo durante unos dos minutos.

Unos años después, el periodista musical Luis Troquel construye un disco conceptual en torno a la evolución de la música española llamado "De Benidorm a Benicàssim", un proyecto con una repercusión tirando a inexistente que sin embargo consiguió reclutar a artistas de la talla de Fangoria, Nacho Vegas o una ganadora de Operación Triunfo, que casualmente resultó ser Rosa López. En lo que debió ser parecido a una tirada de la ruleta de Tu Cara Me Suena, el destino emparejó a la granadina con el grupo de noise jazz.

Podía haber sido como mezclar agua y aceite, o agua e hidruro sódico, pero es seguramente lo más interesante en lo que hayan estado involucrados cualquiera de los dos artistas. Los 12twelve se van por la avenida Ornette Coleman, con un saxofón omnipresente dándole la réplica a Rosa, que nos regala una interpretación bastante más llena de matices de lo habitual, haciéndole a uno desear que no se hubiera quedado en un one-off. Pero igual es más bonito así, un destello aleatorio en el cosmos, una alineación de astros irrepetible.

"Si en Ávila estás"


No cabe duda de que si viviéramos en un mundo lógico, Rosa sería la embajadora de Granada, la bellísima ciudad con su Alhambra y su Sacromonte en la que resido y donde todavía se profesa un gran amor a la cantante, que seguro que es mutuo. Sin embargo, Rosa vende su talento a la primera causa que la contacte, algunas tan nobles como el activismo trans, y otras tan confusas como... Ávila: the city.

Es un tema que, si la descripción del vídeo es correcto, incluye un sorteo de un viaje para dos personas a la localidad castellana, siempre que le des like al vídeo y sigas a Ávila en Twitter, lo cual supongo que es una manera como cualquier otra de promocionarse. Esta loa al pasado medieval abulense, con una cantidad abrumadora de almenas por fotograma, es indescriptible. A caballo entre "Camino Soria" y el "Badalona" de Manolo Escobar, podemos disfrutar de visiones tan típicas como una pareja ventilándose un churrasco, unas viudas en Semana Santa, y una multitud de representaciones teatrales callejeras que dan fe del estatus de Ávila como el Broadway ibérico. A veces, voces de ultratumba gritan "Áaaaaavila" como para reforzar el mensaje. 

Todo apesta a música corporativa que echa para atrás, con ese estribillo Disney tan cliché. Rosa nos promete cosas bastante asequibles ("el día y la noche vivirás", cosa que supongo sólo depende de la longitud de nuestra estancia), y otras que dudo que formen parte de la iniciativa turística ("un cuento infantil te llevarás": a mí pónganme El viaje de Doble-P, por favor). Espero algún día poder ponerme esta canción a tope subido a sus murallas, y validar que, efectivamente, todo el mundo allí lleva arco y flechas para defenderse.

"Paramjit"


Que Rosa tiene una vena esotérica no es un secreto: siempre fue gran amiga de Verónica, que ahora reparte masterclasses en ferias de magia y demás patrañas. Si tuviera que establecer una línea temporal que explique "Paramjit", y es una tarea prácticamente imposible, comenzaría así: sufriendo el rechazo de la industria musical y sin rumbo alguno, Rosa opta por un viajar al Tibet en una búsqueda de su esencia. Allí aprende los siete nombres de Vishnu, se deja un peinado a lo afro rozando la apropiación cultural y, lo más importante, se enamora de un tal "Paramjit" que podría ser su gurú o, obedeciendo al primer resultado que me sale en Wikipedia, un terrorista del nacionalismo punjabi.

La relación se sustenta en el baile constante y, como tal, no dura. Es una locura de tintes bhangra o lo que sea esto, que imagino se concibió con la idea de asaltar el mercado de las amas de casa con clase de danza del vientre, pero que se queda a medias. Para todos, excepto para Alejandro de Pinedo, el compositor de esta curiosidad histórica, que hace también las veces de productor de la grabación y al que vemos dándolo todísimo detrás de la mesa de mezclas, como imaginándose ya los millones que le caerían del cielo. No pudo ser.

Como vestigio extra, nos queda una grabación de unos ensayos, en los que Rosa y dos maromos se descoyuntan a lo Bollywood, pero no mucho. Por desgracia, sólo han quedado inmortalizados en formato "pantalla borrosa grabada con la cámara de un Motorola de 2007", por lo que la señora del pelo micrófono podría ser Rosa o su doble de luces. Mientras tanto, Paramjit no ha dado señales de vida, cosa comprensible porque le busca la inteligencia india, y también porque probablemente sea mejor una cárcel de Lahore que tener que soportar esta canción cinco minutos.

"Etymon es el rey"


Di lo que quieras sobre "Paramjit", pero al menos el objeto de la canción queda relativamente claro: un señor que se llama Paramjit. Con "Etymon es el rey", no tenemos esa suerte. Todo atisbo de coherencia ha saltado por la ventana. Apenas nos salen balbuceos. El lenguaje se evapora, nos esquiva, y tenemos que reconstruirlo de las cenizas. Por suerte, tenemos por donde empezar: el etymon.

Noche Sensacional, un show de variedades más de José Luis Moreno, presenciada por dos grandes nombres de cualquier "where are they now?" de los 2000: Mar Saura y Andoni Ferreño. Ante una audiencia que va por su tercera copa de cava, Rosa despliega a Etymon, que es, al parecer, el rey. Habla de otra noche, una de sudores y humo, de cuero frotando cuero, de un éxtasis orgásmico provocado por la mera mención de un nombre...

ETYMON.

ES EL REY QUE HACE VOLAR.

ES EL DIOS QUE TE HACE AMAR... ESA FUERZA QUE HAY EN TI.

Sea lo que sea, es más poderoso que todos nosotros. Esta claro que cuando la humanidad se extinga, los labios de la última persona musitarán, entre terribles sufrimientos, Etymon. 

Esta no es su primera encarnación, sin embargo. El tema proviene del Melodifestivalen sueco de 2006, y fue interpretado por la perenne participante del certamen Sonja Aldén. Aquel "Etymon", aun así, era diferente.

Etymon!
Is the word I say to you
Means I always will be true
I will love you endlessly
(For ever and ever)

En las manos de los timoratos suecos, aquello eran simplemente sílabas que encajaban, a las que se asignó un significado inventado que poco tiene que ver con el griego original. Cuando Rosa y su equipo cogieron las riendas, sabían que había que rendir pleitesía al infinito dios del MDMA y los baños pegajosos. Como especie, tocamos techo aquí. Esperemos que el sacrificio a la cordura fuera suficiente, y que Etymon no venga ahora a cobrarse su deuda. Porque si lo hace, estamos perdidos.

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