domingo, 31 de mayo de 2020

Levantar la Tapa: Hall of Fame 2020

Esta es una ocasión especial. Puede que ahí fuera, más allá de nuestras ventanas, exista un virus haciendo jirones los pilares de la sociedad, pero tenemos un plan para combatirlo. Como cada año, nuestro panel experto se ha reunido, y nuestras ocho excelsas mentes han configurado un escuadrón de élite de rebuznadores, esperpentos, poligoneras, mocosos relamidos, y Jon Sudano. Puede que no tengamos éxito contra el COVID, pero al menos la humanidad se extinguirá sabiendo que, haya lo que haya después de la muerte, no será peor que lo que hay antes.

En nuestro quinto aniversario se han dado lugar las habituales faltas de respeto entre nuestro jurado. Particularmente comunes han sido las acusaciones de terrorismo y el recuerdo de los antepasados fallecidos de aquellos que han eliminado a alguien con quien no estábamos conformes. También el ocasional y sucinto "imbécil". Pero no quisiera quedarme con la amargura del odio, si no con el grito reivindicativo de Adri, que al ser preguntado por una frase que resumiera todo el proceso, pronunció las siguientes palabras:



1. Chenoa


El HoF le ha hecho la cobra a Chenoa durante varios años, por esas disparidades de criterio entre los jueces que la consideran tal vez demasiado exitosa, demasiado poco horrible, y, pese a compartir sus orígenes y alguna cosa más, no tan pachanguera como un Bisbal. Al final, definir qué hace que alguien merezca estar aquí es imposible, pero los méritos de Chenoa como ex-triunfita y mujer de armas total están claros. Quede esto, pues, como un honor a su arco argumental incomparable como personaje público

Los productores que tomaron las riendas de su carrera post-OT intentaron venderla como femme fatale omnipresente y provocadora, un papel que interpretó a la perfección hasta que tuvo que dar la cara vestida con un chándal gris inolvidable y se convirtió en una inspiración para todo aquel al que le hayan roto el corazón alguna vez. Convirtió su humillación en girl power y nos regaló temas perfectos para mirarnos al espejo y sonreír y todas esas mierdas, como "Todo irá bien", "Rutinas", y la reciente "A mi manera", que roza la fina línea entre el empoderamiento y el cringe, esa línea que Chenoa conoce como la palma de su mano.

2. Dschinghis Khan


Describiría a Dschinghis Khan como la respuesta alemana a Boney M., pero se da el caso de que Boney M. son también alemanes, por lo que no me queda más remedio que deducir que en la RFA corría la cocaína que daba gusto. Ataviados con los disfraces sobrantes de una fiesta que no sabía si era de temática china o post-apocalíptica, seis actores desempleados fueron reclutados para formar el único grupo tributo a un genocida que ha participado en el festival de Eurovisión (hasta la fecha). 

Esa loa al conquistador mongol fue seguida de un cántico a favor de los zares llamado "Moskau", que seguro que no intentaba seguir el rebufo del "Rasputin" de los ya mencionados Boney M. en absoluto. El denominador común es la intensa presencia del gigantesco y giratorio líder, Louis Potgieter, esa peonza teutona que nos dejó, por desgracia, en 1994 a causa del SIDA. Para nosotros él, y el resto de la banda, ya son inmortales.

3. Israel Lanuza


Israel Lanuza, el buda de Managua, no está precisamente aquí por su torrente de voz. "El tiempo y las situaciones", que es el tema por el que hemos decidido incluirlo al fin y al cabo, es una tesis en la incompetencia vocal y en el sabor nicaragüense, ambos atributos en los que Israel va más que sobrado. Es un antídoto contra la infelicidad, pero no termina de ser representativo de la versatilidad de este intérprete.

Porque Israel se maneja igual de bien (o de mal) cantando sobre el Mundial de Brasil en inglés, como bailando desenfrenadamente en "Si tú quieres bailar", o plantándole cara a la represión en "Dios, hazme de metal", todas ellas con una estética totalmente dispar: indígena sepultado hasta el cuello, cowboy de 4 de la mañana, y jornalero en Jaén. Menudo coloso de la interpretación. David Bowie se moriría de envidia, si no estuviera el pobre ya criando petunias.

4. Jon Sudano


Jon Sudano eligió el contrapicado menos favorecedor de la historia de la imagen en movimiento para darse a conocer, y con él nos mostró la grandiosidad de su oronda papada. Donde Lanuza es una constante inestabilidad, como un crucero donde no pasamos más de unas horas en un destino, Sudano nos ofrece la calma más completa. La tranquilidad del hogar, un hogar donde suena constantemente la letra de "All Star" de Smash Mouth, con un fondo musical variable.

Y aunque el éxito de su consistente fórmula, que lo mismo te funciona con Adele que con Slipknot que con el himno de la Unión Soviética podría haber hecho que Sudano se durmiera en los laureles, nunca ha dejado sus generosas posaderas quietas: en el último año se ha marcado un Dave Grohl a la inversa para convertir su millonario canal de YouTube en uno de covers de batería, en la reinvención más legendaria desde la de Alfredo Duro como icono comunista.

5. Mark Gormley


La televisión de acceso público, aquella en la que cualquiera con tiempo libre puede entrar en un estudio cutre y emitir en uno de esos canales por cable que se sintonizan a partir del número 700, es una mina de contenido de dudosa calidad pero una sinceridad encomiable. Y en Florida, con dos pantallas verdes y alguna actriz/camarera local, el programa de public access The Uncharted Zone hizo de Mark Gormley un fenómeno viral.

Gormley era un ex-Marine con una sensibilidad de cantautor recluido que floreció en cuanto le enfocó la cámara. Con su suave y aguda voz y una apariencia de Ned Flanders de pelo revoltoso, conquistó nuestros corazones con la hermosa balada "Little Wings" y la rockera "Without You", temas legítimamente buenos que jamás hubieran sido expuestos al gran público de no ser por sus videoclips ultra low-cost y la más que aparente inexistencia de presencia escénica de Mark, que se limita a cambiar su centro de gravedad de una pierna a otra, ese movimiento de baile conocido popularmente como "power stance". Hemos tardado en meterte en este HoF, pero se ha saldado ya esa deuda.

6. Minerva



Minerva, conocida como KU Minerva en los círculos más íntimos del bakalao levantino (no he conseguido averiguar qué diablos representa el KU, pero en mi cabeza es Kill Urdangarín), empezó su carrera gracias al enchufe de su tía, bailarina de Paco Pil. Ya solo la origin story es halloffameable, pero el hitazo incontestable de "Estoy llorando por ti" la pone al alcance de muy pocas estrellas del litoral mediterráneo.

Basar un llenapistas en una tocata y/o fuga de Bach era un movimiento arriesgado que dio sus frutos, y cómo. Con esa voz que te teletransporta automáticamente a un área de servicio de la A-5 a la altura de Almendralejo, a uno de esos expositores giratorios con cintas de rumba y chistes de Arévalo, Minerva se plantó ella solita en el top 3 de pop latino en Billboard. No consiguió replicar ese triunfo con su otro supuesto pepinazo, "No seas malo", pero aquí estamos también para consagrar a los one-hit wonders del mundo, así que Minerva, bienvenida seas.

7. Raulito


Todos los años cae en la lista algún enano insufrible que es catapultado al estrellato más por su precocidad que por tener algún tipo de mérito, y es de ley que Raulito, el O.G. de esa subespecie de mini-talentos, forme parte de nuestro salón. Si eres una señora mayor haciendo zapping y te cruzas con este crío, enfundado en una chupa de cuero como James Dean en Rebelde sin causa, bailando y cantando "Que la detengan" de David Civera con ese desparpajo, dejas inmediatamente lo que estás haciendo y te enamoras sin remedio.

Su ascenso fue tan meteórico como su caída: tras rodar una inexplicable película con Chiquito de la Calzada y Pablo Carbonell (que es un imán para las pelis sobre niños prodigio) llamada Franky Banderas, el candelero lo escupió de vuelta a la normalidad y no se volvió a saber nada de él hasta que apareció, ya crecido, en Tu cara me suena o algo. Me encantan los finales felices.

8. Rebeca


La segunda diva del eurodance de extrarradio de este año no estaba en las papeletas de nadie para entrar, pero Rebeca siempre ha sido alguien que ha roto nuestros esquemas. Esa es la única explicación que tiene esa serie de anuncios que grabó para Aurgi, quizá el culmen del postmodernismo español. Si hay alguna imagen que resuma más su irrupción fulminante en nuestro universo personal, es esta:


Fuera "Gran Ganga", que viene "Duro de pelar", el tema que mejor representa todo ese período de nuestra historia en el que los Seat Ibiza recorrían nuestras calles con música maquinera a todo trapo. Estoy más que preparado para el inevitable revival de los 90 que nos espera esta década, y quiero que Rebeca desempeñe un papel protagonista, a poder ser.

9. Silvia Padilla


El bizarrismo tiene a Silvia Padilla como máximo exponente, y eso no es una exageración en absoluto. Algún cable pelado hizo contacto en el cerebro de esta señora y esto le dio la que tal vez sea la más grande idea del siglo XXI: crear una suite de cinco temas, en plan prog, sobre las consecuencias físicas y psicológicas de un accidente de tráfico. No contenta con ello, y para alcanzar al mayor público objetivo posible, decidió llevar su composición a Factor X.

Su casting son 4 minutos de surrealismo en los que Silvia, un auténtico ser puro donde los haya, intenta vender su concepto a unos jueces que desisten de aguantarse las carcajadas a los tres segundos de que empiece a cantar. Silvia ríe, llora, y recita un soliloquio absolutamente demencial sobre un manicomio. Es una ventana a un mundo de fantasía que jamás podremos visitar, y supongo que deberíamos sentirnos afortunados por ello.

10. Winny Puhh


Estonia es tal vez el país más irrelevante de toda Europa, un lugar de cuento en el Báltico en el que deben vivir tan tranquilos que no tienen la necesidad de exportar nada al exterior. Enter Winny Puhh, un sexteto de descerebrados de Põlva, una localidad de 5000 habitantes, que no se conforman con pasar desapercibidos. Intentaron exhibir su particular mezcla de locura y belicosidad al mundo al presentarse, en 2013, al festival de Eurovisión.

Si ese era el objetivo fracasaron, porque se quedaron en la preselección nacional, pero la impronunciable "Meiecundimees üks Korsakov läks eile Lätti" es una declaración de intenciones (y de guerra, en varios idiomas galácticos). Baterías rotando boca abajo en el techo, hirsutos hombres en mallas gritando sobre un tal Korsakov que se fue a Letonia y se rompió todos los huesos, y una edición hipnótica que, desde luego, era demasiado para el cada vez menos arriesgado festival, pero no para nosotros.

Y ahora, como cada año, un representante no musical que por sus contribuciones a nuestra felicidad colectiva, voluntarias o no, merece tres hurras, veintiún cañonazos y seis o siete garrotazos por gañán. Hoy es un placer y un privilegio introducir al Hall of Fame de Levantar la Tapa al único e inimitable...

Tommy Wiseau


Había una vez un pajarillo balcánico (o no) que hizo las Américas para cumplir el imposible sueño de convertirse en una estrella de cine. Lo que sucedió después es historia. The Room es el códice que encierra todo lo que es este HoF, una epopeya sobre lo que ocurre cuando la incapacidad se enfrenta con el tesón y devuelve resultados inesperados. Todo lo concerniente a su rodaje, desde la financiación a la elaboración del guión es ya leyenda, y ha convertido a Tommy en básicamente en el mayor outsider de la historia del cine, un personaje tan admirado como vilipendiado por su inescrutabilidad y su más que obvia lista de defectos.

Tommy, el inocente, cruel, bondadoso, apasionado, egoísta Tommy, es una figura fascinante definida por el fracaso y la superación a partes iguales, y que supera todo intento de análisis. ¿Le afecta que él y la obra de su vida sea objeto de mofa y escarnio? ¿Está en paz con la decisión de vivir gracias a un enorme malentendido? Pero bueno, si aún no sabemos su edad ni su país de nacimiento, es más que obvio que las preguntas más profundas jamás tendrán su respuesta. Lo que está claro es que es una deidad a venerar y que su lugar en un pedestal por encima de todos estos mastodontes es más que merecido.

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