sábado, 14 de septiembre de 2019

Enrique del Pozo - Enrique del Pozo y Amigos (2000)


La teoría de universos múltiples goza cada vez de más aceptación entre los círculos científicos. Tiene la ventaja de ser relativamente sencilla de comprender para las mentes inexpertas y la de inspirar historias de ciencia-ficción sesudas que nos hacen rascarnos la cabeza durante décadas, ninguna de las cuales parece comprender realmente el concepto. 

Hipotéticamente, una de las posibles interpretaciones del asunto en cuestión es que existen virtualmente infinitas realidades, cada una de las cuales es diferente de las demás en algo (tal vez tienen distintas leyes físicas, son simulaciones de ordenador con distinto código, o bien son resultado de eventos cuánticos que son inciertos hasta que vamos y medimos). El caso es que existe un escollo en esta teoría que ninguno de los cerebritos que han dedicado gran parte del siglo XX a elaborar se ha atrevido a comentar. Lo de los universos paralelos está dando de comer a mucha gente, y hacer público lo que voy a decir a continuación marcará sin lugar a dudas el futuro de la humanidad. Es una gran responsabilidad, pero creo que debo hacerlo, en aras de la justicia:

En todos los universos donde se produjo el Holocausto nazi, también existió Enrique del Pozo y Amigos.


Así es: las millones de supercomputadoras que están construyendo el árbol con infinitas ramas de todos nuestros posibles pasados y futuros han sido incapaces de encontrar un camino que, de alguna manera o de otra, no llevara directamente de Buchenwald a "La Gallina Co-Co-Ua (feat. Camela)".

Es la hora de matizar: esto no quiere decir, en absoluto, que este disco sea consecuencia directa del régimen nazi, del mismo modo que el profesor de arte que decidió no admitir al joven Adolf a la escuela no es responsable de la II Guerra Mundial. Tales razonamientos teleológicos no tienen cabida en este blog, ni jamás la tendrán. La historia no siempre toma la ruta más corta, esa es la moraleja principal de Regreso al futuro. Y por supuesto, todavía quedan muchos universos que descubrir, y por tanto uno en el que no tengan lugar ambos sucesos a la vez. Pero los datos, a día de hoy, son claros.

A la espera de nuevas confirmaciones, me veo en la disposición de afirmar que este disco es un ejemplar único e irrepetible. Enrique del Pozo no es un extraño a este tipo de coincidencias inexplicables, porque su carrera musical es un efecto de la conjunción de personas como Miguel Bosé, Gustav Mahler, Federico Fellini, Raffaela Carrá, Tagore, un caballo y, por supuesto, Ana, la niña con la que formó el dúo infantil más importante de nuestra historia: Enrique y Ana.

Son las canciones de este binomio incomparable las que recupera en este LP, pero a falta de Ana, ahora una ingeniera informática que seguramente quiera bloquear todo recuerdo de formar parte de este conjunto, sus acompañantes son estrellas de la canción como Consuelo, o Cañaman.

La realidad siempre, siempre es más extraña que la ficción. Es por eso que Enrique del Pozo y Amigos se inicia con lo que parece un adhan, interpretado por Hakim, un cantante marroquí fan de la copla que fue descubierto por Irma Soriano en Canal Sur. La canción se llama "Ali-Bombo", lo cual supongo explica de algún modo los dejes arábigos. Decir que es demencial se queda bastante corto. Enrique y Hakim interpretan sin el menor rastro de ironía una letra que trata sobre un artefacto presuntamente extraterrestre (o del Congo, aseveran) que es avistado en Sudamérica. Por algún motivo han cortado las dos últimas estrofas del tema original, que se burlan del relativismo al mismo tiempo que denuncian cómo la publicidad es capaz de jugar con nuestras mentes. Para no perdérselo.

El tema es denostable, quitando tal vez esa subida de semitono en el 2:11, que no cumple ninguna función más que la de hacer que Hakim tenga que apretarse los testículos para llegar a las notas. Y hablando de apretarse los testículos, a continuación llega Camela y su "La Gallina Co-Co-Ua". Es admirable la labor del productor a la hora de adaptar los temas al punto fuerte de los artistas invitados: si "Ali-Bombo" contaba con esos aires del Magreb, "La Gallina Co-Co-Ua" es un delicioso pastel de tecnorrumba donde, como siempre, Ángeles brilla por luz propia. Esta historia acerca de los daños ocasionados por el abandono materno seguro hará las delicias de... nadie, la verdad.

"Mi Amigo Félix" ha sido reconvertida en power-ballad para que todos los invitados que respondieron a la llamada del agente de Enrique del Pozo tengan su minuto de gloria. Tal vez hubiera tenido más sentido dejarla para el final, pero no os preocupéis, también reaparecerá en la pista 12. Sigo sin superar que la actuación de Enrique y sus adláteres sea 100% seria. Son 42 minutos de personas a priori adultas cantando sobre elefantes y pedos como si estuvieran sobre el escenario en la final de La Voz. No hay ni un microgramo de humor en las voces, ni siquiera en la del maldito Javier Gurruchaga. Este "We Are the World" patrio homenajea teóricamente al naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, que por suerte no estaba entre nosotros para presenciar tal atrocidad.

El ambiente se anima rápido con los "HOP! HOP!" de "Baila con el Hula Hoop", un banger de eurohouse en tu cara que cuenta con la intervención de Susanna, una cantante bastante anónima de la que he conseguido identificar un solo álbum, que salió en la misma discográfica que Enrique del Pozo y Amigos, Pep's Records. Al parecer es ex-corista de David De María y fue elegida por Melendi en La Voz, así que podemos asegurar que le ha ido mejor que a Enrique del Pozo. Su blog no menciona en ningún momento su participación en este disco.

Un Tony Leblanc de 78 años es el elegido para cantar "Bravo por la Música" por motivos que no alcanzo a entender. El casi octogenario actor no tiene voz ni nada que se le parezca, pero eso no impide que el tema haga las cosas que cuenta la letra que puede hacer el arte de Euterpe, como "provocar cambios extremos de humor" o "ser muy trágica". Enrique se viene arribísima en el puente, realizando lo que solo podría describir como un cunnilingus al arte, una muestra de total subordinación al poder de la melodía. Ya solo le falta no tener un tono tan desagradable

Sería en estos cuando abandonaría ante este agujero negro de placer que representa Enrique del Pozo y Amigos, pero "Bravo por la Música", una vez Tony Leblanc se ha ido ya a su casa a ver la tele, decide hablarme directamente a mí en uno de sus últimos versos: "bravo por sus árbitros, bravo por los críticos de una canción". Debe ser la primera vez en la historia que alguien decide ensalzar a los juntaletras sin talento como yo que juzgan el trabajo tan difícil de crear sonidos relativamente agradables al oído. Y, de inmediato, me siento mal por todo lo que he dicho.

A partir de aquí el álbum no da tregua, y si las palabras "Super Disco Chino (feat. Mariano Mariano)" no lanzan un relámpago de escalofríos por todo tu cuerpo, lárgate de Levantar la Tapa y no vuelvas más. El resto, poneros de pie y dadle al voguing, porque el humorista más grande del año 2000 está aquí para rapear y gruñir como un bluesman del Mississippi, en una canción que no pide ninguna de las dos cosas. Enrique también rapea, pero en italiano, que es más glamuroso. El tema sería la banda sonora del mejor Bershka, o del peor mitin de Mao Tse Tung.

La escatológica "Caca, Culo, Pedo, Pis" cuenta con la aparición estelar de Meteosat, uno de los grupos punteros del indie, que Wikipedia afirma influyeron a La Monja Enana, deidades en este blog. Meteosat fueron responsables de ese himno tontipop que fue "Vilma", y por lo que sea, su teclista fue el azote de la derecha, Ignacio Escolar.

Situado aquí, como no podía ser de otra manera, lo más a la izquierda posible. Véase en el centro también a Borja Prieto, porque el mundo es extraño y maravilloso.

Es imposible salir del hoyo de internet en el que me ha introducido esta canción, que fue hecha popular de nuevo por... Flipy, en su inmortal "Campamento Flipy". Todo lo que se diga de la letra es poco, así que me abstengo de comentarla.

Ambos Pecos, el rubio y el moreno, aportan su granito de caspa a "Garabatos", sobre un pez que es criado como un pato, porque la biología para Del Pozo es opcional. Es obviamente horripilante: estrofas y estribillos aparecen sin orden ni concierto, apoyados sobre frágiles cimientos con toques de reggae. Es tal vez la canción más irritante ya no del disco, si no del cancionero español. Cantan los tres a la vez, todo el rato, como unos Bananarama del inframundo. 

Si lo del reggae parece desentonar, esperaos a que llegue "En un Bosque de la China", porque Cañaman vienen cargados de ganja del mismo centro de Kingston. mon. ¿Lo peor? Funciona. Creed en los milagros, porque los Cañaman bring it the fuck on. A lo mejor es porque Enrique está básicamente desaparecido, y estos genios multiculturales rastafaris tienen pista libre para dejar huella.

La tesis del álbum está clara ya: Enrique del Pozo y Amigos destaca cuando hay poco de Pozo, y mucho de amigos. Las aportaciones al sonido de cada uno de los invitados hacen que sea un disco inconsistente, pero cuando van a por todas con el concepto (el poligonerismo de Camela, el ñoñipunk de Meteosat, y por supuesto los Cañaman)... no diré que merecen la pena porque sigue siendo un disco de versiones de Enrique y Ana, pero los resultados son mejores de lo que deberían ser. Gurruchaga es otro ejemplo de total entrega a su personaje en "Viejo y Sesentón", una versión jazzera del "When I'm Sixty-Four" de los Beatles. Está sobreproducida, y la personalidad arrolladora del otrora líder de la Orquesta Mondragón se come, defeca, y vuelve a comerse a Del Pozo (no entiendo por qué nadie haría un dueto con Javier Gurruchaga, francamente: es pedir ser humillado por este mastodonte de los escenarios), pero el hecho de que no sea estúpida como el resto de canciones le otorga un plus. Eso y que suena como un gran número de Broadway.

¿Está Consuelo? Parece que sí, o al menos lo está en el último tema no-medley del álbum, "La muñeca fea". La célebre intérprete sevillana (célebre solo en su comunidad autónoma, como tantas otras) y Enrique cantan el tema de una película de Disney inexistente, tal vez Toy Story 5: la pobre muñeca ha sido abandonada a su suerte, y ahora solo cuenta con la amistad de un ratón, una escoba y un mastín. Es lacrimógena pero muy poco efectiva. Psché.

El disco acaba como he mencionado con un medley de "Ali-Bombo", "Super Disco Chino", "La Gallina Co-Co-Ua" y "Mi Amigo Félix" de cinco interminables minutos. No son versiones distintas a las que ya hemos escuchado, simplemente están acortadas y arrejuntadas por el peor doctor Frankenstein de la música. En el libreto solo aparece una foto del artista principal y la poetisa Gloria Fuertes, a quien va dedicado el álbum. Pensando que tal vez se deben a ella algunas de las letras, compruebo los créditos, para descubrir sorprendido que las dos canciones más horribles, "Garabatos" y "Bravo por la Música", fueron compuestas por el ínclito Juan Pardo, y que José Luis Perales co-escribió la irrelevante "Baila con el Hula Hoop".

Ahora entenderéis por qué un evento de las dimensiones del genocidio nazi es, tal vez, lo único capaz de causar una fractura lo suficientemente grande en la historia como para que este disco exista. Es como tirar un dado de seis caras y que salga un 27: no puede ocurrir salvo que alguien destruya las reglas que dábamos por válidas. Tal vez un mundo sin Enrique del Pozo y Amigos sea mejor, o tal vez tenemos suerte de que nos haya tocado compartir este universo con una creación tan singular. Yo no lo hubiera querido de otra forma.

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