sábado, 30 de marzo de 2019

María Figueroa - Menuda es! (2005)




Llamadme Ismael, porque este de aquí es mi Moby Dick. Uno de esos discos cuya leyenda va mucho más allá de lo meramente musical, alcanzando niveles míticos de infamia. Un artefacto arcano, con poderes inimaginables que hacen temblar a los dioses. Cuenta Hesíodo que la caja de Pandora contenía en su interior un ejemplar de "Menuda es!", de María Figueroa. Coged la maldad inefable de los ejecutivos de Telecinco al intentar transfigurar a un puñado de adolescentes exentos de carisma en el Santa Justa Klan, multiplicadla por cien, y envasadla en un diminuto contenedor antropomorfo con pompones. No estamos preparados, como especie, para lo que viene a continuación.


Canal Sur, el Neverland andaluz, refinó la esencia de María Isabel, la de la niña salá que hacía cosas como de persona mayor. De los experimentos clasificados de un laboratorio en la prisión de Alhaurín de la Torre surgió María Figueroa, que se ganó al público de "Menuda noche" en cuantito cogió un micrófono y se puso a cantar copla con la seriedad de cualquier folclórica de postín, ocasionando en cada aparición incontables pérdidas de orina entre la venerable audiencia del programa. 

Despertaba admiración, duende, monería y sonrisas. Y muchas preguntas: ¿cómo una niña tan pequeña era capaz de aprenderse de memoria las largas peroratas de amores y desamores de la Jurado? ¿qué harán sus padres para evitar que los vampiros de la cadena se aprovechen de su pasajera fama? Y, la más importante: ¿cómo podemos hacer que se calle?

Como todo fenómeno televisivo-musical, tuvo la oportunidad de lanzar su LP, "Menuda es!", un título que tiene múltiples y deliciosas capas de significado. "Menuda es", como queriendo decir que esta chiquitaja es de armas tomar. "Menuda es" porque al tener cinco años es, obviamente, menuda. Y "menuda es" la noche que da nombre al talk show de Juan y Medio donde esa adorable carita fue capturada por las cámaras por primera vez. Está claro que nada se dejó al azar.

"Dale, dale" inaugura el disco de una forma cuanto menos extraña. Se escucha como una tormenta y, si mis oídos no me están provocando alucinaciones antes de tiempo, oigo gritos chamánicos de fondo. Entiendo que forma parte de la deuda de los productores con el dios K'awiil para poder gestar esta abominación auditiva, y que la retransmisión que se escucha a continuación, distorsionada y en inglés, es la del mismo apocalipsis.

Hay que dejar algo claro, y es que María Figueroa no cantaba bien. De hecho, se ha comprobado científicamente que su voz es el conjunto de frecuencias más desagradable para el oído humano.

No lo digo yo.

María nos intenta tranquilizar después de que el ritual que ha provocado su nacimiento haya causado una tormenta que amenaza con arrasar la civilización. Esto es lo más cerca que estamos a una "origin story" de la chiquilla.

Si llueve no tengas miedo,
no te cubras con la manta,
que dicen que hay en el cielo
un angelito que canta
y desafina cuando se alegra
y entonces llueve y ay mi mareeeeee
se pone negra.
Y yo le digo: mamá, no te pongas negra.


Escuchando la canción es obvio que el ángel que desafina es la propia María, hasta el punto de que ha empezado a llover incluso antes de que ella abriera la boca. No quisiera sonar conspiranoico, pero creo que los hechos están ahí: María Figueroa es un proyecto de la Consejería de Agricultura andaluza para mejorar las cosechas. Nuestra propia versión de la operación Popeye de Kissinger. Prosigamos.

El segundo tema es "Bailar tan fácil", un tema de minidisco de hotel de dos estrellas en Fuengirola en el que la voz de nuestra heroína ha sido sustituida por la de una cantante a sueldo que probablemente dio sus órganos para que su nombre no figurara en los créditos. Cuando finalmente entra María, en el segundo 45, lo hace como sin saber que están grabando.

Soy la niña de los pompones
en la tele de casa.
Con la música que quieres tú...
para bailar...

Para enmascarar la desquiciante voz de María, la vocalista sin riñones canta sobre ella, pero es poco realista pretender que puedan estar en el mismo tono las dos. Un análisis espectrográfico nos muestra que el ratio entre la frecuencia de ambas cantantes es de 1.0185185... o lo que es lo mismo, 440/432. Nuestros ávidos investigadores de la verdad saben que 432 Hz es la frecuencia natural del universo, mientras que 440 Hz es el estándar impuesto por los Estados Unidos para sembrar el caos perpetuo en este mundo de guerras y penurias. La combinación de ambos sistemas vendría a ser un burlón guiño de los genios malignos detrás de este disco, conocedores del destino de la raza humana a vibrar en la frecuencia equivocada para toda la eternidad.

Se decidió utilizar la terminología anglosajona de "Stress" en lugar de la castiza "estrés" en un intento de conquistar el mercado de la lengua de Shakespeare. No funcionó. María nos habla de lo durísima que es la vida en la guardería, cayendo en una cantidad innumerable de contradicciones.

Son las dos y diez y ya salgo del cole,
me pongo a correr como los caracoles (oh, qué divertido oxímoron)
para llegar muy prontito a casa. (o no)
Hay que recoger la ropa del armario (¿pero si está en el armario qué hay que recoger?)
Hay que comer a las menos cuarto para estudiar. (¿ESTUDIAR EL QUÉ?)
Ya se me ha quitao la guasa. 

Lo más chungo fue el curso de piano
Hago natación y teatro.
Y después, doy un paseo al gato. (Nadie pasea al gato pero buena suerte)
Por la tarde estoy en clase de acuarela (Espera, ¿lo demás era por la mañana? ¿CUÁNDO VAS A CLASE?)
y a merendar en clase de mi abuela.
Si sigo así, ya me están clonando.

Esta última frase es una obvia referencia a su artificial venida al mundo, apostillada por un robótico e ingenioso "clonando" final haciendo las veces de eco. La canción, pertenece a un género que es un eslabón perdido del árbol genealógico musical, que sea el que sea es el mismo que el de "De qué vas" de la ínclita predecesora de Figueroa, María Isabel.

Uno de los grandes hits del disco es "Me gusta mi novio", una pasodoble de la posguerra que en algún momento de los 90s sobrevivió al atropello de esa secta coral conocida como El Consorcio, que a su vez fue conocida anteriormente (más o menos) como Mocedades. Hablar de Mocedades vs. El Consorcio me ha llevado a una apasionante indagación por internet sobre las diferencias entre ambos colectivos, y que me han hecho descubrir que en la actualidad existen ambas formaciones por separado, tras producirse un cisma que ríanse ustedes del de Avignon. Pero este artículo no es sobre El Consorcio, aunque cada vez es menos sobre María Figueroa, así que a saber. "Me gusta mi novio" también resistió a los Gemeliers pre-fama más allá de Despeñaperros (de hecho me atrevería a decir que los Gemeliers hacen un cameo en la versión de estudio), y a una demencial versión donde el novio es sustituido por Antonio Orozco, por lo que podemos asegurar que es una canción a prueba de explosiones nucleares.

Lo más cuestionable de la letra, aparte de una extraña romantización de los celos en el estribillo, es lo adulta que es. ¿"Más que amigos"? ¿"Si vamos a casarnos"? ¿"Solo voy buscando tus pulgares"? (whatever that means). ¡Tiene cinco años! ¡No le dejan comer huevos Kinder por si se traga el juguete, y canta sobre amoríos!

Igual, por otra parte, que María Isabel, y las comparaciones solo pueden continuar cuando la siguiente canción se llama "Po va a ser que sí, po va a ser que no". La canción lo coge donde lo deja la primera, con el desastre natural abriéndose camino por la geografía española:

Es como un torbellino
que de boca en boca va.
Se propaga por el campo
y no llega a la ciudad.
Que yo lo he visto en la tele
y en la radio lo escuché;
en el parque se comenta
y en el colegio también.

Al parecer el tornado provoca, además de lluvias torrenciales, una especie de trastorno contagioso cuyo síntoma es la autocontradicción (como se ha visto en "Stress", la propia María ya sufre del síndrome). El estribillo, que no es más que la repetición del título, es el momento más genuinamente emotivo hasta el momento, donde el amateurismo por fin se traduce en dulce inocencia en lugar de hacer que quieras arrancarte el tímpano con unas tenazas. Consideradme infectado.

"Niño travieso" la sigue, y parece describir la trayectoria del torbellino previo. "Desde el Congo hasta los Andes, desde México a Madrid, de Japón a Buenos Aires... FUERA O DENTRO DEL PLANETA". Es una catástrofe de dimensiones interplanetarias. En una primera escucha, la letra se refiere a un niño real que a estas alturas debe tener la tarjeta platino de Ryanair, pero no hay nada que contradiga que el torbellino pueda tener una forma humana (la superficialmente inocua transición a "El patio de mi casa" podría ser una pista que confirme esta teoría, pues "cuando llueve, se moja").

Si os tengo que dar mi lectura de esta historia, llegado ya el ecuador del disco, es la siguiente:

2005 es el año de una importante sequía en el sur. Para remediar la dura situación de los campos andaluces, la consejería de Agricultura (dirigida en ese momento por un tal Isaías Pérez, nombre de claro origen bíblico, y nacido, como María Isabel, en Ayamonte) pide ayuda al dios maya de la fertilidad K'awiil. Fruto de esta impía colaboración surge María Figueroa. María es capaz de invocar a otro dios maya, Chaac (el de la lluvia), a través de su insoportable voz. Pronto, sin embargo, el dios está fuera de control: el 16 de octubre, días después del lanzamiento del disco, aparece el huracán Wilma en el Atlántico. Por si esto fuera poco, el huracán es el responsable de eventos que van contra el sentido común, como Woodgate marcando goles en la portería correcta. No sé qué pensaréis, pero yo ardo en deseos de saber lo que viene a continuación.

Y eso es "Me llamo María", el hit con más de 250 millones de visitas que a todas luces debería haber sido el tema introductorio, pero que queda relegado a la numerológicamente notable séptima posición. Todos conocemos esta canción, en la que María enumera 12 nombres que no son el suyo y uno que sí (hmm...), y dice "pompón" una infinidad de veces. En el universo descrito por el tema, es totalmente imposible llamarte Luisa si no tienes prisa, ni Rocío si no tienes frío. He conseguido recuperar una estrofa perdida del tema que jamás ha visto la luz anteriormente:

"No me llamo Amparo, porque no lo tengo claro
No me llamo Felisa, porque no voy a misa.
No me llamo María... Espera, mierda."

Tras un breve puente con tintes cubanos, hay un rap absolutamente infame de un caballero que se dedica a ensalzar la figura de María durante quince interminables segundos. Es absolutamente bochornoso y con diferencia el momento más inolvidable del disco.

Un Rhodes jazzero da inicio a la alienígena "Dime cositas", donde la ya de por sí inescrutable pronunciación de María se torna sánscrito antiguo. Con un toque rumbero más propio de la banda sonora de Torrente, la niña le pide a su interés romántico (que si no me equivoco sigue siendo un dios maya) que le lance piropos para subirle la moral. Parece que con el rapeo adulador del tema anterior se ha venido muy arriba, y ahora quiere más. Diría algo más, pero juro que no entiendo ni media palabra de lo que está diciendo.

Supongo que quienes hayan leído tanta conspiración me tomarán por un loco, o en el mejor de los casos pensarán que estoy de broma, pero por suerte una "Chica superpoderosa" llega a mi rescate. Este tema no tiene una doble lectura: María habla claramente de como ha sido traída a la tierra para cumplir una misión, pero los detalles son, y cito textualmente, "información clasificada". Así que, incapaz de revelarlo claramente, se ve obligada a utilizar metáforas románticas para tratar de disimular: a conjurar a la deidad maya de la tormenta le llama "conquistar su corazón". Engañarás a otro, pero no a mí. Aunque lo de que tu nave es un autobús es más lore del que esperaba, la verdad.

Tal vez es a su chófer a quien va dedicado "Amigo conductor", un clásico de cualquier taxista que se precie. Con la sirena de ambulancia que tiene María por cuerdas vocales, es sensato afirmar que ha causado más accidentes de los que ha evitado.

"Menuda noche" es el homenaje al programa televisivo que la catapultó al estrellato, y el solo de saxofón que la abre promete emociones fuertes. María nos narra cómo es un día cualquiera de grabación, con namedrops a un tal Antonio, un tal Marcos, Juan y Medio, los Gemeliers y por supuesto Samuel "el pararrayos", el significado de cuyo apodo no he conseguido averiguar.

Como el disco salió, si mis investigaciones no me fallan, en octubre, es lógico que se cierre con una alegre tonada navideña. "La Navidad" es la conclusión de nuestra historia ("es el final del cuento"), con el fin del temporal y la vuelta de la ilusión y la alegría a las calles. Hay solos muy crazy de campanas, impaciencia ante la inminente llegada de Santa Claus/nacimiento del niño Jesús (se mencionan los dos para no cabrear a las cofradías), y una extensa coda en la que se repite el estribillo muchas más veces de las necesarias. Al fin ha terminado.

Y bien, ¿qué ha sido todo esto? ¿Experimento de control del clima, o simplemente exprimir las últimas gotas de fama de una cría a costa de su adolescencia? Ella parece perfectamente contenta en este emotivo reencuentro con Juan and a Half y los Gemeliers, aunque confiesa que no recuerda exactamente lo que sucedió y que parecía un sueño. Tal vez todas las referencias a fenómenos meteorológicos sean pura casualidad, o tal vez no, pero parece que nunca lo sabremos.

Lo que sí sabemos es que para 2006 el chiste estaba más que agotado: "Pomponmanía", su segundo trabajo, se paseó sin pena ni gloria por las tiendas sin tener impacto alguno en la lista de éxitos. Como los huracanes que pudo o no haber provocado, su duración fue limitada, pero sus efectos siguen notándose hoy en día.

VALORACIÓN: Me temo que si lo tiro por el váter cause un remolino que acabe estropeando la fontanería de todo el bloque, así que lo mejor es guardarlo a buen recaudo en el templo de Kukulcan para aplazar lo más posible el fin del mundo.

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