Francamente, yo hubiera jurado que en algún momento había escrito sobre este disco. Diez años hace ya desde que Abraham Mateo, ese niño rata con un bilingüismo sobrenatural, lanzara este artefacto que lo propulsó más allá de las fronteras del programa de Juan y Medio, todopoderoso. Y digo que en mi cabeza este artículo ya existía porque yo lo he escuchado ya, y quiero pensar que no estoy tan majara todavía, mucho menos en 2015 cuando mi siempre fiel Rate Your Music me indica que se produjo la escucha, como para chuparme 40 minutos de nuestro colega púber sin que de ahí salga por lo menos una crítica mordaz como las que me caracterizan. ¿Por qué, entonces, me sentí compelido a ponerme esta obra de pop adolescente nauseabundo? ¿Quizá por poder afirmar haber oído dos álbumes llamados AM de 2013? Es, y seguirá siendo, un misterio.
Con tal de resolver esta deuda que creía saldada pero que no parece estarlo, me dispongo a viajar a esa ya lejana época, donde Abraham Mateo era el objetivo más fácil, en lugar del 50% de la mejor canción del pop discotequero español en 20 años. Antes de que resurja esta Abrahamanía, esta vez con motivos bien fundados y sustentada sobre los sólidos hombros de la estelar Ana Mena, conviene recordar por qué este muchachito era tan infame, y si acaso merecía el oprobio.
Abrimos con "Señorita", que una década y casi doscientos millones de reproducciones después, no requiere presentación. Fue un hit, lo superamos, y ahora somos mejores por ello. Todos los indicadores están ahí: ese spanglish tan desacertado, tan incomprensible; un desparpajo para bailar que da envidia; un vestuario al que hasta ahora no se le conoce rival. En el vídeo, el chaval alterna el look de entrenador Pokemon con el de tonto del sombrero que hay en todas las boy bands, para finalmente aparecer con una chaqueta de cuero de jeviata trasnochado, y todo lo hace con tanta alegría que hay que quererlo, aunque sea un poquito. Claro que la canción no hay por donde cogerla, aun siendo extremadamente pegadiza, que si te pilla una noche mala, prepárate para un poco de aquí playing, aquí dancing.
Mención aparte merece el giro final de la trama, en la que la chiquina que es objeto de incomparables afectos por parte de Abraham, y que al principio nos presentan prácticamente como la víctima de un secuestro, se revela como una vampira en prácticas, nada menos. Es un quiebro que no tiene ningún sentido, y que claramente viene de una decisión comercial de tachar cosas en la checklist de lo que estaba de moda en 2013.
Y es que pobre Abraham, es tan transparente la intención de convertirlo en un Justin Bieber andaluz que uno no puede más que solidarizarse con él. Resulta difícil, hay que decirlo, cuando uno escucha cosas como "Get the Phone", que es de esas a las que hay que acercarse con un traje NBQ. Abraham implora a su media naranja que le coja el teléfono en seis idiomas: español ("señorita"), italiano ("ragazza"), francés inventado ("madmuasela"), inglés horny ("pretty lady"), portugués ("garota") y Pitbull ("mamasita"). Ni por esas. Y eso que no tiene reparos en reflejar lo insoportable de su situación, con imágenes tan floridas como "sin tu amor, I'm a homeless". El chico insiste, taladrando tímpanos con bombos hipervitaminados, pero aquí no hay vuelta de tuerca en el último momento que valga: salta el contestador, y nuestro héroe se queda con el calentón y, al parecer, sin casa. Su "life is the drama", desde luego.
"Lánzalo" no es solamente una instrucción bastante recomendable por si te encuentras con este disco en la boca de un volcán, también es un supersingle con el honroso objetivo de concienciar sobre los niños de Siria. Lo sé porque lo pone ahí abajo, en un hashtag, dice #niñosdeSiria. Pero es que cuando escucho a este quinceañero rapear, por decir algo porque suena más a El Adri en sus momentos más estreñidos, "quiero un mundo dibujado con palomas de Picasso, con canciones de John Lennon en la punta de los labios", mi reacción inmediata es que sí, por favor, que solucionen lo de los conflictos lo más pronto posible pero que en cuanto eso esté resuelto, sin demorarse ni un segundo, hagan lo necesario, sea lo que sea, para que esta canción no haya existido jamás. Porque Siria, y Haití, y Sudán, y cualquier país que no sabe lo que es una crisis porque ellos lo llaman "otro martes", no merecen esto. Y porque aunque mañana mismo se convirtieran en modelos del bienestar social, "Lánzalo" seguiría suponiendo una lacra para el planeta.
Cabe destacar que sólo he necesitado escuchar veinte segundos para escribir el párrafo anterior, pero garantizo que los restantes doscientos cuarenta no me han hecho cambiar de opinión. De hecho, he sido bastante suave. Primero, la solución propuesta por el tema a toda esta problemática siria sea es tirar miles de botellas al mar, que sólo tendría algún efecto si Bashar al-Assad fuera un miembro de Greenpeace demasiado sensible. Too far, piensas, pero no: too far es cuando Abraham suelta, con la sonrisa de la ignorancia, que "no sé si es mejor vivir aquí o allí". Ni la interpretación más benevolente puede convertir esa frase en algo que no sea una patochada. "Claro, allí hay niños soldado y matrimonios a la fuerza, ¿pero has visto los precios del espetec? Yo me cambiaba por cualquiera de ellos". En serio, ¿a quién hay que responsabilizar? Abraham aparece en los créditos compositivos, y dado que toda la letra rezuma la energía de Justin B. diciendo que si Ana Frank estuviera viva podría haber sido belieber, una parte de mí quiere echarle el muerto, pero hay otros dos nombres que, supongo, pertenecen a personas adultas que deberían haber tenido algún dedo más de frente.
En los comentarios, fuente de fanatismo sin igual, veo a gente diciendo que "esta canción ayuda mucho en estos momentos con lo que está pasando en Siria" (y a quien responde a esto que "por suerte, la guerra ya terminó", oh girl do I have news for you). ¿Ayuda mucho a quién? Parece que los beneficios de las ventas del single irían destinados a UNICEF, ¿pero quién demonios compra un single? Y si tan caritativa es la intención, ¿por qué no hay un solo link a la campaña en el vídeo o la descripción? Pienso que iniciativas como estas, bienintencionadas (espero) pero tan incompletas, sólo sirven para apaciguar un sentimiento de culpa primermundista, ese síndrome asqueroso del "thoughts and prayers" que, por desgracia, ninguna ONG está trabajando actualmente en erradicar.
Anyways, abandonemos la enjundia y abalancémonos sobre "Girlfriend", otro de los grandes éxitos entre los carpeteros y carpeteras de la época. El vídeo vuelve a narrarnos algo, esta vez la historia de un cantante ñoño que no está dejándose la vida en la grabación porque anda pensando en amoríos. Menos mal que el director, que pese a tener cara de columnista de OKDiario pone acento de ser de OKlahoma, le anima a que use sus hormonas como inspiración. Por decir algo musical, es una pieza de EDM con ciertas influencias brostep que suena robada a alguna otra pero que es relativamente inofensiva, al menos en comparación a la anterior. Es cierto que aquí el batiburrillo lingüístico tiene incluso más costuras que de costumbre (y que lo diga yo y mi creciente uso de anglicismos tiene tela), pero espero que mis últimas palabras sean "casi no puedo breathe". Sería un final glorioso, como el del propio vídeo, en el que la sorpresa es que el crush de Abraham... ¡es la hija del propio director! Cuidado con lo que deseas.
Dos palabras pueden tener mucho poder, pero ninguna combinación ofrece tantas posibilidades como "Me Gustas". Cierto es que la respuesta suele ser "contigo no, bicho", pero había que intentarlo, ¿no? Pues Abraham igual con lo de rapear, solo que a todos se nos haría mucho más llevadera la vida si no lo intentara, nunca. Y eso que se lo toma en serio, que tiene hasta su propio ad-lib diciendo "ey em", que es AM en búlgaro, creo. A lo mejor demuestro la inocencia de un capellán de pueblo, pero escuchar a este joven adolescente decir que se levanta con mujeres desnudas en su cama me resulta un poco violento; me hace shake mi corazón, por decirlo de alguna manera que entienda todo el mundo. Esta canción se merece una encíclica también pero alguien tiene que pararme los pies, y quién mejor que yo mismo.
La siguiente es la canción que más esperaba, porque es la típica joyita que alguna veces se encuentran en discos de esta calaña y que no hace más que potenciar mi frustración. Un CD lleno de temas como "Undercover" podría ser una realidad, pero había que solucionar lo de Siria, así que supongo que tampoco puedo culparle. Y al final, tener unos gramos de positividad en medio de la bilis nunca está mal, me hacen parecer menos ogro. "Undercover" es pegadiza, bailable y adictiva, como demuestra el hecho de que seguía recordando el estribillo pese a haberla escuchado un par de veces hace un lustro y medio. Tiene momentos de brillantez pop, no se me caen los anillos por decirlos, pero por desgracia el equipo compositivo no repite en el álbum, así que algo me dice que va a ser el último oasis que encontremos en la travesía.
"Esa Chica Es Para Mí", clama Abraham, como el que se pide ser copiloto en el viaje a Torrevieja. No da opción, ni falta que hace, ¿porque quién podría resistirse a esos mofletes? ¿Es un temazo? No, pero destila un aroma noventero con cierto encanto. Abstenerse poliamorosas, supongo, pero por lo demás se lleva mi aprobado y menos de cien palabras, todo un logro. "Kill the Lights" no sé si correrá la misma suerte. Las metáforas cinematográficas no son una novedad en el pop infantil, o si no que le pregunten a SJK y su "Con Angelina Jolie se me va la olla", pero aquí Mateo da un paso más allá y sueña no con ser actor, si no con ser proyeccionista. No es un chiste. Proyeccionista en su cabeza, de pensamientos calenturientos, de obsesiones nocturnas, lo que viene a ser un adolescente salido. Así que por favor, apágale la luz, que tiene que hacer cosas en la intimidad de lo oscuro. No quieras saber cuáles.
No se calienta las meninges Abrahamcito, porque después de una canción sobre lo duro que es tener una chica en tu cabeza, ahora viene "En Mi Cabeza", tal cual. Es otra del mismo patrón que muchas otras, de pop edulcorado mega Disney, que en este caso engancha el tema marítimo y no lo suelta: que si cabalgando olas, que si perdido en la marea, que si rimar tú con surf. Tan machacón es que no me extrañaría que todo lo recaudado con las ventas de esta fuera destinado a la construcción de un chiringuito en Zahara de los Atunes.
Las dos últimas son obra y gracia de Abraham y Jacobo Calderón, perpetrador de "Me Gustas" o "Lánzalo" y por lo tanto un baluarte del horror musical, así que ardo en deseos de saber qué me tienen preparado. El primer plato es "Mi Super Estrella", un agradecimiento pseudorockero a una persona que lo acompañó de Madrid a Nueva York. Mi Freud interior siempre supone en estos casos que este tipo de loas suelen ir dedicadas a la madre, pero versos como "desde que yo te vi ese día en Tuenti" (hazme sentir viejo con nueve palabras, si ves que tal) me hacen dudar. Ahora que qué cara tienen los padres de esta criatura cuando dejan que se marche al otro lado del Atlántico con una chica virtual que conoció por Internet. Pero... no, aquí hay otras cosas sucediendo. Pequeños matices, leves juegos gramaticales, que me hacen pensar que la "estrella" vive en Nueva York, y que Abraham "quiere volar" hacia allí para poder conocerla al fin... No, eso también hace aguas. Me temo que este será un caso irresoluble, hasta para mí.
Llegamos al final, que no puede ser si no "Más de Mil Años", o lo que he envejecido escuchando el disco. Ante una enfervorecida muchedumbre, se dirige a su público para agradecerles su existencia, manos al piano. "Sois la mejor descripción de mí", dice crípticamente, mientras chillan como almas en el purgatorio, como queriendo demostrarlo. Ya al minuto y medio empieza a cantar, y supongo que ni tan mal. Una balada emotiva, bien cantada, sin vergüenza ajena, y que por lo menos cierra el disco en un alto. No diría que es una gran canción, porque aunque es relativamente interesante desde un punto de vista compositivo (de nuevo, en contraposición al resto) sí que tiene mucho de cliché. No obstante, no deja de resultar extraño que se dé cabida a cosas tan horrendas y a otras tan... dejémoslo en tolerables. Es una falta de filtro que no es tampoco nueva en estos álbums que intentan aferrarse a la evanescente relevancia de las popstars adolescentes, pero que no deja de sorprenderme, supongo.
Y así llegamos al final, un disco con puntos álgidos y barrancos abismales, pero bastantes más de estos últimos. Hemos salvado a la infancia perdida, hemos aprendido idiomas, hemos construido un chiringuito en Zahara de los Atunes... Y, aunque nadie daba un duro por él, Abraham Mateo sigue ahí. Sí, para algunos ha dejado su carrera en barbecho hasta irrumpir en las ondas con ese "Quiero Decirte", que disfruto ahora a modo de limpiador de paladar, pero nunca ha desaparecido del todo. En su bio de YouTube, se define modestamente como "el artista español más innovador en los últimos tiempos", y aunque yo no sería tan humilde (porque no menciona nada sobre lo de haber firmado la paz en Siria a golpe de rap), no es una declaración tan descabellada. Él podrá querer un mundo dibujado con palomas de Picasso, pero yo quiero un mundo cantado por Abraham Mateo.
VALORACIÓN: Qué montaña rusa suelen ser mis artículos. He dicho que tiraría esto a un volcán, pero también ha habido elogios desmesurados y tan solo sarcásticos a un 95% (que queda claro: nada de lo dicho sobre "Quiero Decirte" es broma). "Undercover" y esa maldita sonrisa son suficientes para salvarlo de la condena eterna por el pelo de un langostino, pero que se ande con ojo.
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