Es el momento, una vez más, de galardonar a lo más florido del horterismo musical, en ese salón de la fama extraterrenal que Levantar la Tapa aloja cada junio. Una entrega atípica, al menos para mí, que me veía inmerso en el festejo de un Corpus granaíno que me ha permitido tener una experiencia HOFera de primera mano con un tótem del parrandeo audiovisual: la orquesta de pueblo.
Ese conjunto heterodoxo, con su cantante masculino de pintas de torero de capea, que hace gala de sus imitaciones de Raphael, Joaquín Sabina o Manolo Escobar cuando el repertorio se lo pide, y esas dos voces femeninas tan distinguibles: el torrente de esa veterana que está ya de vuelta de todo, y el hilillo afinado de la más joven y exuberante. Esos instrumentistas que parece que han hecho una promesa a la Virgen de las Angustias para abandonar el stoner metal en favor de las versiones bachateras de clásicos de la copla, con la única concesión de que el bolo debe terminar con "Sultans of Swing", independientemente de que lo anterior hubiera sido un medley de Georgie Dann. Ese público enfervorecido, de viejos y niños, pero que me hizo verificar mi teoría de que lo mucho que disfruto de una orquesta es inversamente proporcional a mi distancia emocional a la gente que esté bailando en ese momento el "Casatschok"...
Y es que eso es, en el fondo, nuestro Hall of Fame: una orquesta verbenera non-stop en la que pase lo que pase, sabes que no te dejará indiferente. Cualquiera de los cinco artistas que este año pasan a formar parte de nuestra leyenda pondría a sus pies a una audiencia que, inflada a rebujitos, pide a gritos baile y fiesta ad infinitum. Así pues, enciendan las luces, vístanse de gala, y prepárense para la gloria.