Llamadme Ismael, porque este de aquí es mi Moby Dick. Uno de esos discos cuya leyenda va mucho más allá de lo meramente musical, alcanzando niveles míticos de infamia. Un artefacto arcano, con poderes inimaginables que hacen temblar a los dioses. Cuenta Hesíodo que la caja de Pandora contenía en su interior un ejemplar de "Menuda es!", de María Figueroa. Coged la maldad inefable de los ejecutivos de Telecinco al intentar transfigurar a un puñado de adolescentes exentos de carisma en el Santa Justa Klan, multiplicadla por cien, y envasadla en un diminuto contenedor antropomorfo con pompones. No estamos preparados, como especie, para lo que viene a continuación.